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7 agosto 2026

MODO DE VIVIR: Un mandamiento nuevo

Un mandamiento nuevo

¡Con cuánta insistencia el Apóstol San Juan predicaba el «mandatum novum»! -«¡Que os améis los unos a los otros!»
-Me pondría de rodillas, sin hacer comedia -me lo grita el corazón-, para pediros por amor de Dios que os queráis, que os ayudéis, que os deis la mano, que os sepáis perdonar.
-Por lo tanto, a rechazar la soberbia, a ser compasivos, a tener caridad; a prestaros mutuamente el auxilio de la oración y de la amistad sincera. (Camino 454).

Cortesía siempre, con todos. Pero, especialmente, con los que se presentan como adversarios -tú no tengas enemigos-, cuando trates de sacarles de su error. (Surco 431).

A veces, con su actuación, algunos cristianos no dan el precepto de la caridad el valor máximo que tiene. Cristo, rodeado por los suyos, en aquel maravilloso sermón final, decía a modo de testamento:«Mandatum novum do vobis, ut diligatis invicem» -un mandamiento nuevo os doy, que os améis unos a otros.
Y todavía insistió: «in hoc cognoscent omnes quia discipuli mei estis» -en esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor unos a otros.
-Ojalá nos decidamos a vivir como Él quiere! (Forja 889).

Mezclado entre la multitud, uno de aquellos peritos que no acertaban ya a discernir las enseñanzas reveladas a Moisés, enmarañadas por ellos mismos con una estéril casuística, ha hecho una pregunta al Señor. Abre Jesús sus labios divinos para responder a ese doctor de la Ley y le contesta pausadamente, con la segura persuasión del que lo tiene bien experimentado: amarás al Señor Dios tuyo con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el máximo y primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos está cifrada toda la Ley y los profetas (Mt XXII, 37-40).
Fijaos ahora en el Maestro reunido con sus discípulos, en la intimidad del Cenáculo. Al acercarse el momento de su Pasión, el Corazón de Cristo, rodeado por los que El ama, estalla en llamaradas inefables: un nuevo mandamiento os doy, les confía: que os améis unos a otros, como yo os he amado a vosotros, y que del modo que yo os he amado así también os améis recíprocamente. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor unos a otros (Ioh XIII. 34-35).
Para acercarse al Señor a través de las páginas del Santo Evangelio, recorriendo siempre que os esforcéis por meteros de tal modo en la escena, que participéis como un personaje más. Así -sé de tantas almas normales y corrientes que lo viven-, os ensimismaréis como María, pendiente de las palabras de Jesús o, como Marta, os atreveréis a manifestarle sinceramente vuestras inquietudes. hasta las más pequeñas (Lc X, 39-40). (Amigos de Dios 222).