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23 agosto 2026

MODO DE VIVIR: Audacia

Audacia

José de Arimatea y Nicodemus visitan a Jesús ocultamente a la hora normal y a la hora del triunfo.
Pero son valientes declarando ante la autoridad su amor a Cristo -"audacter"- con audacia, a la hora de la cobardía. -Aprende. (Camino 841).

Me has hecho sonreír, porque te entiendo muy bien, cuando me decías: me entusiasma la posibilidad de ir a nuevas tierras, a abrir brecha, quizá muy lejos... Tendría que enterarme de si hay hombres en la luna.
-Pide al Señor que te aumente ese celo apostólico. (Surco 209).

Defiende la verdad, con caridad y con firmeza, cuando se trata de las cosas de Dios. Practica la santa desvergüenza de denunciar los errores, que a veces son pequeñas insidias; otras, odiosas razones o descaradas ignorancias; y, de ordinario, manifestación de la impotencia de los hombres, que no pueden tolerar la fecundidad de la palabra de Dios. (Forja 977).

El sabio de corazón será llamado prudente (Prv XVI, 21), se lee en el libro de los Proverbios. No entenderíamos la prudencia si la concibiésemos como pusilanimidad y falta de audacia. La prudencia se manifiesta en el hábito que inclina a actuar bien: a clarificar el fin y a buscar los medios más convenientes para alcanzarlo.
Pero la prudencia no es un valor supremo. Hemos de preguntarnos siempre: prudencia, ¿para qué? Porque existe una falsa prudencia -que más bien debemos llamar astucia- que está al servicio del egoísmo, que aprovecha los recursos más aptos para alcanzar fines torcidos. Usar entonces de mucha perspicacia no lleva más que a agravar la mala disposición, y a merecer aquel reproche que San Agustín formulaba, predicando al pueblo: ¿pretendes inclinar el corazón de Dios, que es siempre recto, para que se acomode a la perversidad del tuyo? (S. Agustín. Enarratianes in Psalmos. 63, 18 (PL 36, 771)). Esa es la falsa prudencia del que piensa que le sobran sus propias fuerzas para justificarse. No queráis teneros dentro de vosotros mismos por prudentes (Rom XII,16), dice San Pablo, porque está escrito: destruiré la sabiduría de los sabios y la prudencia de los prudentes (I Cor I, 19). ( Amigos de Dios 85).