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Audacia en el apostolado
¿Adocenarte? ¿¡Tú... del montón !? ¡Si has nacido para caudillo! Entre nosotros no caben los tibios. Humíllate y Cristo te volverá a encender con fuegos de Amor. (Camino 16).
Cuando se trabaja para extender una empresa apostólica, el "no" nunca es una respuesta definitiva. ¡insistid! (Surco 107).
La heroicidad, la santidad, la audacia, requieren una constante preparación espiritual. Darás siempre, a los otros, sólo aquello que tengas; y, para dar a Dios, has de tratarle, vivir su Vida, servirle. (Forja 78).
Ahora viene a propósito traer a nuestra memoria la consideración de un episodio, que pone de manifiesto aquel estupendo vigor apostólico de los primeros cristianos. No había pasado un cuarto de siglo desde que Jesús había subido a los cielos, y ya en muchas ciudades y poblados se propagaba su fama. A Efeso, llega un hombre llamado Apolo, varón elocuente y versado en las Escrituras. Estaba instruido en el camino del Señor, predicaba con fervoroso espíritu y enseñaba exactamente todo lo perteneciente a Jesús, aunque no conocía más que el bautismo de Juan (Act XVIII, 24-25).
En la mente de ese hombre ya se había insinuado la luz de Cristo: había oído hablar de El, y lo anuncia a los otros. Pero aún le quedaba un poco de camino, para informarse más, alcanzar del todo la fe, y amar de veras al Señor. Escucha su conversación un matrimonio, Aquila y Priscila, los dos cristianos, y no permanecen inactivos e indiferentes. No se les ocurre pensar: éste ya sabe bastante, nadie nos llama a darle lecciones. Como eran almas con auténtica preocupación apostólica, se acercaron a Apolo, se lo llevaron consigo y le instruyeron más a fondo en la doctrina del Señor (Act XVIII, 26). (Amigos de Dios 269).
Tengamos el corazón grande, para querer a todas las criaturas de la tierra con sus defectos, con sus maneras de ser. No olvidemos que, a veces, hay que ayudar a las almas, para que caminen poco a poco; hemos de animarles con paciencia a avanzar lentamente, de modo que apenas se puedan dar cuenta del movimiento, aunque caminen. (Carta I. 56d).