-
Aprovechamiento del tiempo en el trabajo
No dejes tu trabajo para mañana. (Camino 15).
¿Obstáculos?... -A veces, los hay. -Pero, en ocasiones, te los inventas por comodidad o por cobardía. -¡Con qué habilidad formula el diablo la apariencia de esos pretextos para no trabajar...!, porque bien conoce que la pereza es la madre de todos los vicios. (Surco 505).
¿Planificarlo todo? -¡Todo!, me has dicho. -De acuerdo; es necesario ejercitar la prudencia, pero ten en cuenta que las empresas humanas, arduas u ordinarias, conservan siempre un margen de imprevistos..., y que un cristiano, además, no debe cerrar el paso a la esperanza, ni prescindir de la Providencia divina. (Forja 729).
El reino de los cielos se parece a un padre de familia, que al romper el día salió a alquilar jornaleros para su viña (Mt XX, 1). Ya conocéis el relato: aquel hombre vuelve en diferentes ocasiones a la plaza para contratar trabajadores: unos fueron llamados al comenzar la aurora; otros, muy cercana la noche.
Todos reciben un denario: el salario que te había prometido, es decir, mi imagen y semejanza. En el denario está incisa la imagen del Rey (S. Jerónimo. Commentariorum in Matthaeum libri, 3. 20 (PL 26, 147). Esta es la misericordia de Dios, que llama a cada uno de acuerdo con sus circunstancias personales, porque quiere que todos los hombres se salven (1Tim 11, 4). Pero nosotros hemos nacido cristianos, hemos sido educados en la fe, hemos recibido, muy clara, la elección del Señor. Esta es la realidad. Entonces, cuando os sentís invitados a corresponder, aunque sea a última hora, ¿podréis continuar en la plaza pública, tomando el sol como muchos de aquellos obreros, porque les sobraba el tiempo?
No nos debe sobrar el tiempo, ni un segundo: y no exagero. Trabajo hay; el mundo es grande y son millones las almas que no han oído aún con claridad la doctrina de Cristo. Me dirijo a cada uno de vosotros. Si te sobra tiempo, recapacita un poco: es muy posible que vivas metido en la tibieza; o que, sobrenaturalmente hablando, seas un tullido. No te mueves, estás parado, estéril, sin desarrollar todo el bien que deberías comunicar a los que se encuentran a tu lado, en tu ambiente, en tu trabajo, en tu familia. (Amigos de Dios 42).
Nos ha llamado el Señor a su Obra, para que seamos santos; y no seremos santos, si no nos unimos a Cristo en la Cruz: no hay santidad sin cruz, sin mortificación. Donde más fácilmente encontraremos la mortificación es en las cosas ordinarias y corrientes: en el trabajo intenso, constante y ordenado; sabiendo que el mejor espíritu de sacrificio es la perseverancia en acabar con perfección la labor comenzada; en la puntualidad, llenando de minutos heroicos el día; en el cuidado de las cosas, que tenemos y usamos; en el afán de servicio, que nos hace cumplir con exactitud los deberes más pequeños; y en los detalles de caridad, para hacer amable a todos el camino de santidad en el mundo: una sonrisa puede ser, a veces, la mejor muestra de nuestro espíritu de penitencia. (Cartas I. 15a).