Página inicio

-

Agenda

8 abril 2026

MODO DE VIVIR: Apostolado hecho con entusiasmo

Apostolado hecho con entusiasmo

Tienes obligación de pedir y sacrificarte por la persona e intenciones de "quien hace Cabeza" en tu empresa de apostolado. -Si eres remiso en el cumplimiento de este deber, me haces pensar que falta entusiasmo por tu camino (Camino 953).

Que nadie lea tristeza ni dolor en tu cara, cuando difundes por el ambiente del mundo el aroma de tu sacrificio: los hijos de Dios han de ser siempre sembradores de paz y de alegría (Surco 59).

Si aquellos hombres, por un trozo de pan -aun cuando el milagro de la multiplicación sea muy grande-, se entusiasman y te aclaman, ¿qué deberemos hacer nosotros por los muchos dones que nos has concedido, y especialmente porque te nos entregas sin reserva en la Eucaristía? (Forja 304).

Si os fijáis, entre las muchas alabanzas que dijeron de Jesús los que contemplaron su vida, hay una que en cierto modo comprende todas. Me refiero a aquella exclamación, cuajada de acentos de asombro y de entusiasmo, que espontáneamente repetía la multitud al presenciar atónita sus milagros: bene omnia fecit (Mc VII. 37), todo lo ha hecho admirablemente bien: los grandes prodigios, y las cosas menudas, cotidianas, que a nadie deslumbraron, pero que Cristo realizó con la plenitud de quien es perfectus Deus, perfectus homo (Símbolo Quicumque), perfecto Dios y hombre perfecto.
Toda la vida del Señor me enamora. Tengo, además, una debilidad particular por sus treinta años de existencia oculta en Belén, en Egipto y en Nazaret. Ese tiempo -largo-, del que apenas se habla en el Evangelio, aparece desprovisto de significado propio a los ojos de quien lo considera con superficialidad. Y, sin embargo, siempre he sostenido que ese silencio sobre la biografía del Maestro es bien elocuente, y encierra lecciones de maravilla para los cristianos. Fueron años intensos de trabajo y de oración, en los que Jesucristo llevó una vida corriente -como la nuestra, si queremos-, divina y humana a la vez; en aquel sencillo e ignorado taller de artesano, como después ante la muchedumbre, todo lo cumplió a la perfección (Amigos de Dios 56).

Por eso no queremos que se nos alabe, ni que se nos pregone: queremos trabajar calladamente, con humildad, con alegría interna —servite Domino in laeticia—, con entusiasmo apostólico que no se desvirtúa precisamente porque no se desborda en ostentación, en manifestaciones aparatosas. Queremos que haya en todas las profesiones, en todas las tareas humanas, grupos escogidos de hombres y de mujeres que, sin banderas al viento ni etiquetas llamativas, vivan santamente e influyan en sus compañeros de trabajo y en la sociedad, para el bien de las almas: ése es el afán exclusivo de la Obra. (Carta III. 65c).

Hijas e hijos míos, todos tenemos altibajos en el alma. Hay momentos en los que el Señor nos quita el entusiasmo humano: notamos cansancio, parece como si el pesimismo quisiera adormecer el alma, y sentimos algo que intenta cegarnos y sólo nos deja ver las sombras del cuadro. Entonces es la hora de hablar con sinceridad y dejarse llevar de la mano, como un niño (En diálogo con el Señor. Tiempo de reparar. 5ª).