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4 marzo 2026

MODO DE VIVIR: Apóstol de apóstoles

Apóstol de apóstoles

Te falta "vibración". -Esa es la causa de que arrastres a tan pocos. -Parece como si no estuvieras muy persuadido de lo que ganas al dejar por Cristo esas cosas de la tierra.
Compara: ¡el ciento por uno y la vida eterna!
-¿Te parece pequeño el "negocio"? (Camino 791).

¿Se te escandalizan porque hablas de entrega a quienes nunca habían pensado en ese problema?... -Bien, ¿y qué?: si tú tienes vocación de apóstol de apóstoles (Surco 202).

Háblale despacio: buen Jesús, si he de ser apóstol -apóstol de apóstoles- es preciso que me hagas humilde.
Que me conozca: que me conozca y que te conozca.
-Así jamás perderé de vista mi nada (Forja 871).

Jesucristo, Señor Nuestro, se encarnó y tomó nuestra naturaleza para mostrarse a la humanidad como el modelo de todas las virtudes. Aprended de mí, invita, que soy manso y humilde de corazón (Mt XI. 29).
Más tarde, cuando explica a los Apóstoles la señal por la que les reconocerán como cristianos, no dice: porque sois humildes. El es la pureza más sublime, el Cordero inmaculado. Nada podía manchar su santidad perfecta, sin mancillas (Ioh VIII. 46). Pero tampoco indica: se darán cuenta de que están ante mis discípulos porque sois castos y limpios.
Pasó por este mundo con el más completo desprendimiento de los bienes de la tierra. Siendo Creador y Señor de todo el universo, le faltaba incluso el lugar donde reclinar la cabeza (Mt VIII. 20). Sin embargo, no comenta: sabrán que sois de los míos, porque no os habéis apegado a las riquezas. Permanece cuarenta días con sus noches en el desierto, en ayuno riguroso (Mt IV, 2), antes de dedicarse a la predicación del Evangelio. Y, del mismo modo, no asegura a los suyos: comprenderán que servís a Dios, porque no sois comilones ni bebedores.
La característica que distinguirá a los apóstoles, a los cristianos auténticos de todos los tiempos, la hemos oído: en esto -precisamente en esto -conocerán todos que sois mis discípulos, en que os tenéis amor unos a otros (Ioh XIII, 35).
Me parece perfectamente lógico que los hijos de Dios se hayan quedado siempre removidos -como tú y yo, en estos momentos- ante esa insistencia del Maestro. El Señor no establece como prueba de la fidelidad de sus discípulos, los prodigios o los milagros inauditos, aunque les ha conferido el poder de hacerlos, en el Espíritu Santo. ¿Qué les comunica? Conocerán que sois mis discípulos si os amáis recíprocamente (S. Basilio. Regulae fusius tractatae, 3, 1 (PG 31, 918) (Amigos de Dios 224).
Un día —no quiero generalizar, abre tu corazón al Señor y cuéntale tu historia—, quizá un amigo, un cristiano corriente igual a ti, te descubrió un panorama profundo y nuevo, siendo al mismo tiempo viejo como el Evangelio. Te sugirió la posibilidad de empeñarte seriamente en seguir a Cristo, en ser apóstol de apóstoles. Tal vez perdiste entonces la tranquilidad y no la recuperaste, convertida en paz, hasta que libremente, porque te dio la gana —que es la razón más sobrenatural—, respondiste que sí a Dios. Y vino la alegría, recia, constante, que sólo desaparece cuando te apartas de El.
(Es Cristo que pasa 1).