Página inicio

-

Agenda

17 febrero 2026

MODO DE VIVIR: Espíritu de pobreza

Espíritu de pobreza

Despégate de los bienes del mundo. -Ama y practica la pobreza de espíritu: conténtate con lo que basta para pasar la vida sobria y templadamente. -Si no, nunca serás apóstol (Camino 631).

Eras de los de "todo o nada". Y como nada podías..., ¡qué desgracia!
Empieza a luchar con humildad, para encender esa pobre entrega tuya, tan cicatera, hasta hacerla "totalmente" efectiva (Surco 20).

Dios mío, veo que no te aceptaré como mi Salvador, si no te reconozco al mismo tiempo como Modelo.
-Pues que quisiste ser pobre, dame amor a la Santa Pobreza. Mi propósito, con tu ayuda, es vivir y morir pobre, aunque tenga millones a mi disposición (Forja 46).

Este umbral de la Semana Santa, tan próximo ya el momento en el que se consumó sobre el Calvario la Redención de la humanidad entera, me parece un tiempo particularmente apropiado para que tú y yo consideremos por qué caminos nos ha salvado Jesús Señor Nuestro; para que contemplemos ese amor suyo -verdaderamente inefable- a unas pobres criaturas, formadas con barro de la tierra.
Memento, homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris (Rito de imposición de la Ceniza (Cfr. Gen III, 19), nos amonestaba nuestra Madre la Iglesia, al iniciarse la Cuaresma, con el fin de que jamás olvidásemos que somos muy poca cosa, que un día cualquiera nuestro cuerpo -tan lleno de vida ahora- se deshará, como la ligera nube de polvo que levantan nuestros pies al andar; se disipará como niebla acosada por los rayos del sol (Sap 11, 3).
Pero yo quisiera, después de recordaros tan crudamente nuestra personal insignificancia, encarecer ante vuestros ojos otra estupenda realidad: la magnificencia divina que nos sostiene y que nos endiosa. Escuchad las palabras del Apóstol: bien sabéis cómo ha sido la liberalidad de Nuestro Señor Jesucristo que, siendo rico, se hizo pobre por vosotros, de modo que vosotros fueseis ricos por medio de su pobreza (2 Cor VIII, 9). Fijaos con calma en el ejemplo del Maestro, y comprenderéis enseguida que disponemos de tema abundante para meditar durante toda la vida, para concretar propósitos sinceros de más generosidad. Porque, y no me perdáis de vista esta meta que hemos de alcanzar, cada uno de nosotros debe identificarse con Jesucristo, que -ya lo habéis oído- se hizo pobre por ti, por mí, y padeció, dándonos ejemplo, para que sigamos sus pisadas (Cfr. l Pel II, 21) (Amigos de Dios 110).