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5 noviembre 2026

MODO DE VIVIR: Fortaleza y templanza

Fortaleza y templanza

Queda tranquilo si asentaste una opinión ortodoxa, aunque la malicia del que te escuchó le lleve a escandalizarse. -Porque su escándalo es farisaico. (Camino 349).

Es verdad: no valemos nada, no somos nada, no podemos nada, no tenemos nada. Y, simultáneamente, en medio de la lucha cotidiana, no faltan los obstáculos, las tentaciones... Pero la "alegría" de tus hermanos disipará todas las dificultades, en cuanto te reúnas con ellos, porque los verás firmemente apoyados en Él: «quia Tu es Deus fortitudo mea» -porque Tú eres, Señor, nuestra fortaleza. (Surco 66).

¿Tú quieres ser fuerte? -Primero, date cuenta de que eres muy débil; y, luego, confía en Cristo, que es Padre y Hermano y Maestro, y que nos hace fuertes, entregándonos los medios para vencer: los sacramentos. ¡Vívelos! (Forja 643).

El que sabe ser fuerte no se mueve por la prisa de cobrar el fruto de su virtud; es paciente. La fortaleza nos conduce a saborear esa virtud humana y divina de la paciencia. Mediante la paciencia vuestra, poseeréis vuestras almas (Lc XXI, 19). La posesión del alma es puesta en la paciencia que, en efecto, es raíz y custodia de todas las virtudes. Nosotros poseemos el alma con la paciencia porque, aprendiendo a dominarnos a nosotros mismos, comenzamos a poseer aquello que somos (S. Gregorio Magno, Homiliae in Evangelia, 35. 4 (PL 76, I26I)). Y es esta paciencia la que nos impulsa a ser comprensivos con los demás, persuadidos de que las almas, como el buen vino, se mejoran con el tiempo. (Amigos de Dios 78).

Fuertes y pacientes: serenos. Pero no con la serenidad del que compra la propia tranquilidad a costa de desinteresarse de sus hermanos o de la gran tarea, que a todos corresponde, de difundir sin tasa el bien por el mundo entero. Serenos porque siempre hay perdón, porque todo encuentra remedio, menos la muerte y, para los hijos de Dios, la muerte es vida. Serenos, aunque sólo fuese para poder actuar con inteligencia: quien conserva la calma está en condiciones de pensar, de estudiar los pros y los contras, de examinar juiciosamente los resultados de las acciones previstas. Y después, sosegadamente, interviene con decisión. (Amigos de Dios 79).