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22 noviembre 2026

MODO DE VIVIR: Resello divino

Resello divino

Al perder aquellos consuelos humanos te has quedado con una sensación de soledad, como pendiente de un hilillo sobre el vacío de negro abismo. -Y tu clamor, tus gritos de auxilio, parece que no los escucha nadie.
Bien merecido tienes ese desamparo. -Sé humilde, no te busques a ti, ni busques tu comodidad: ama la Cruz -soportarla es poco- y el Señor oirá tu oración. -Y se encalmarán tus sentidos. -Y tu corazón volverá a cerrarse. -Y tendrás paz. (Camino 726).

Me has preguntado si tengo cruz. Y te he respondido que si, que nosotros siempre tenemos Cruz. -Pero una Cruz gloriosa, sello divino, garantía de la autenticidad de ser hijos de Dios. Por eso, siempre caminamos felices con la Cruz. (Surco 70).

Al celebrar la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, suplicaste al Señor, con todas las veras de tu alma, que te concediera su gracia para "exaltar" la Cruz Santa en tus potencias y en tus sentidos...¡Una vida nueva! Un resello: para dar firmeza a la autenticidad de tu embajada..., ¡todo tu ser en la Cruz!
-Veremos, veremos. (Forja 517).

Para lograr esta meta, hemos de conducirnos movidos por Amor, nunca como el que soporta el peso de un castigo o una maldición: todo cuanto hacéis, sea de palabra o de obra, hacedlo todo en nombre de Nuestro Señor Jesucristo, dando por medio de El gracias a Dios Padre (Col III. 17). Y así terminaremos nuestro quehacer con perfección, llenando el tiempo, porque seremos instrumentos enamorados de Dios, que advierten toda la responsabilidad y toda la confianza que el Señor deposita sobre sus hombros, a pesar de la propia debilidad. En cada una de tus actividades, porque cuentas con la fortaleza de Dios, has de portarte como quien se mueve exclusivamente por Amor.
Pero no cerremos los ojos a la realidad, conformándonos con una visión ingenua, superficial, que nos lleve a la idea de que nos aguarda un camino fácil, y que bastan para recorrerlo unos propósitos sinceros y unos deseos ardientes de servir a Dios. No lo dudéis: a lo largo de los años, se presentarán -quizá antes de lo que pensamos- situaciones particularmente costosas, que exigirán mucho espíritu de sacrificio y un mayor olvido de sí mismo. Fomenta entonces la virtud de la esperanza y, con audacia, haz tuyo el grito del Apóstol: en verdad, yo estoy persuadido de que los sufrimientos de la vida presente no son de comparar con aquella gloria venidera que se ha de manifestar en nosotros (Rom VIII, 18); medita con seguridad y con paz: ¡qué será el Amor infinito de Dios vertido sobre esta pobre criatura! Ha llegado la hora, en medio de tus ocupaciones ordinarias, de ejercitar la fe, de despertar la esperanza, de avivar el amor; es decir, de activar las tres virtudes teologales, que nos impulsan a desterrar enseguida, sin disimulos, sin tapujos, sin rodeos, los equívocos en nuestra conducta profesional y en nuestra vida interior. (Amigos de Dios 71).