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La cruz en la oración
El trabajo rinde tu cuerpo, y no puedes hacer oración. Estás siempre en la presencia de tu Padre. -Si no le hablas, mírale de cuando en cuando como un niño chiquitín... y Él te sonreirá. (Camino 895).
A veces -comentaba aquel enfermo consumido de celo por las almas- protesta un poco el cuerpo, se queja. Pero trato también de transformar "esos quejidos" en sonrisas, porque resultan muy eficaces. (Surco 253)
Contempla y vive la Pasión de Cristo, con Él: pon -con frecuencia cotidiana- tus espaldas, cuando le azotan; ofrece tu cabeza a la corona de espinas.
-En mi tierra dicen: «amor con amor se paga». (Forja 442).
Me alzaré y rodearé la ciudad: por las calles y las plazas buscaré al que amo... (Cant III, 2) Y no sólo la ciudad: correré de una parte a otra del mundo -por todas las naciones, por todos los pueblos, por senderos y trochas- para alcanzar la paz de mi alma. Y la descubro en las ocupaciones diarias, que no me son estorbo; que son -al contrario- vereda y motivo para amar más y más, y más y más unirme a Dios.
Y cuando nos acecha -violenta- la tentación del desánimo, de los contrastes, de la lucha, de la tribulación, de una nueva noche en el alma, nos pone el salmista en los labios y en la inteligencia aquellas palabras: con El estoy en el tiempo de la adversidad (Ps XC, 15). ¿Qué vale, Jesús, ante tu Cruz, la mía; ante tus heridas mis rasguños? ¿Qué vale, ante tu Amor inmenso, puro e infinito, esta pobrecita pesadumbre que has cargado Tú sobre mis espaldas? Y los corazones vuestros, y el mío, se llenan de una santa avidez, confesándole -con obras- que morimos de Amor (Cant V, 8).
Nace una sed de Dios, un ansia de comprender sus lágrimas; de ver su sonrisa, su rostro... Considero que el mejor modo de expresarlo es volver a repetir, con la Escritura: como el ciervo desea las fuentes de las aguas, así te anhela mi alma, ¡oh Dios mio.(Ps XLI, 2). Y el alma avanza metida en Dios, endiosada: se ha hecho el cristiano viajero sediento, que abre su boca a las aguas de la fuente (Ecclo XXVI, 15).
(Amigos de Dios 310).