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11 noviembre 2026

MODO DE VIVIR: Calumnias e incomprensiones

Calumnias e incomprensiones

Yo te voy a decir cuáles son los tesoros del hombre en la tierra para que no los desperdicies: Hambre, sed, calor, frío, dolor, deshonra, pobreza, soledad, traición, calumnia, cárcel... (Camino 194).

Para un hijo de Dios, las contradicciones y calumnias son, como para un soldado, heridas recibidas en el campo de batalla. (Surco 240).

Acepta sin miedo la Voluntad de Dios; formula sin vacilaciones el propósito de edificar, toda tu vida, con lo que nos enseña y exige nuestra fe.
-De este modo, ten por cierto que, también con penas e incluso con calumnias, serás feliz, con una felicidad que te impulsará a amar a los demás, y a hacerles participar de tu alegría sobrenatural. (Forja 814).

Escuchad a vuestros hijos, dedicadles también el tiempo vuestro, mostradles confianza; creedles cuando os digan, aunque alguna vez os engañen; no os asustéis de sus rebeldías, puesto que también vosotros a su edad fuisteis más o menos rebeldes; salid a su encuentro, a mitad de camino, y rezad por ellos, que acudirán a sus padres con sencillez —es seguro, si obráis cristianamente así—, en lugar de acudir con sus legítimas curiosidades a un amigote desvergonzado o brutal. Vuestra confianza, vuestra relación amigable con los hijos, recibirá como respuesta la sinceridad de ellos con vosotros: y esto, aunque no falten contiendas e incomprensiones de poca monta, es la paz familiar, la vida cristiana.
¿Cómo describiré —se pregunta un escritor de los primeros siglos— la felicidad de ese matrimonio que la Iglesia une, que la entrega confirma, que la bendición sella, que los ángeles proclaman, y al que Dios Padre tiene por celebrado?... Ambos esposos son como hermanos, siervos el uno del otro, sin que se dé entre ellos separación alguna, ni en la carne ni en el espíritu. Porque verdaderamente son dos en una sola carne, y donde hay una sola carne debe haber un solo espíritu... Al contemplar esos hogares, Cristo se alegra, y les envía su paz; donde están dos, allí está también El, y donde El está no puede haber nada malo. (Es Cristo que pasa 29).