Página inicio

-

Agenda

1 noviembre 2026

MODO DE VIVIR: Valor de la presencia de Dios

Valor de la presencia de Dios>/b>

Recógete. -Busca a Dios en ti y escúchale. (Camino 319).

¿No?... ¿porque no has tenido tiempo?... -Tienes tiempo. Además, ¿qué obras serán las tuyas, si no las has meditado en la presencia del Señor, para ordenarlas? Sin esa conversación con Dios, ¿cómo acabarás con perfección la labor de la jornada?... -Mira, es como si alegaras que te falta tiempo para estudiar, porque estás muy ocupado en explicar unas lecciones... Sin estudio, no se puede dar una buena clase.
La oración va antes que todo. Si lo entiendes así y no lo pones en práctica, no me digas que te falta tiempo: ¡sencillamente, no quieres hacerla! (Surco 448).

Si tienes presencia de Dios, por encima de la tempestad que ensordece, en tu mirada brillará siempre el sol; y, por debajo del oleaje tumultuoso y devastador, reinarán en tu alma la calma y la serenidad. (Forja 343).

Por amor a Dios, por amor a las almas y por corresponder a nuestra vocación de cristianos, hemos de dar ejemplo. Para no escandalizar, para no producir ni la sombra de la sospecha de que los hijos de Dios son flojos o no sirven, para no ser causa de desedificación..., vosotros habéis de esforzaros en ofrecer con vuestra conducta la medida justa, el buen talante de un hombre responsable. Tanto el campesino que ara la tierra mientras alza de continuo su corazón a Dios, como el carpintero, el herrero, el oficinista, el intelectual -todos los cristianos- han de ser modelo para sus colegas, sin orgullo, puesto que bien claro queda en nuestras almas el convencimiento de que únicamente si contamos con El conseguiremos alcanzar la victoria: nosotros, solos, no podemos ni levantar una paja del suelo (cfr. Ioh XV, 5). Por lo tanto, cada uno en su tarea, en el lugar que ocupa en la sociedad ha de sentir la obligación de hacer un trabajo de Dios, que siembre en todos panes la paz y la alegría del Señor. El perfecto cristiano lleva siempre consigo serenidad y gozo. Serenidad, porque se siente en presencia de Dios; gozo, porque se ve rodeado de sus dones. Un cristiano así verdaderamente es un personaje real, un sacerdote santo de Dios (Clemente de Alejandría. Stromata, 7. 7 (PG 9. 451). (Amigos de Dios 70).