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Cosas pequeñas
Has errado el camino si desprecias las cosas pequeñas. (Camino 816).
A fuerza de descuidar detalles, pueden hacerse compatibles trabajar sin descanso y vivir como un perfecto comodón. (Surco 494).
Inculcad en las almas el heroísmo de hacer con perfección las pequeñas cosas de cada día: como si de cada una de esas acciones dependiera la salvación del mundo.
(Forja 85).
Abramos el Evangelio de San Mateo, en el capítulo veinticinco: el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo y a la esposa. De estas vírgenes, cinco eran necias y cinco prudentes (Mt XXV, 1-2). El evangelista cuenta que las prudentes han aprovechado el tiempo. Discretamente se aprovisionan del aceite necesario, y están listas, cuando les avisan: ¡eh, que es la hora!, mirad que viene el esposo, salidle al encuentro (Mt XXV, 6): avivan sus lámparas y acuden con gozo a recibirlo.
Llegará aquel día, que será el último y que no nos causa miedo: confiando firmemente en la gracia de Dios, estamos dispuestos desde este momento, con generosidad, con reciedumbre, con amor en los detalles, a acudir a esa cita con el Señor llevando las lámparas encendidas. Porque nos espera la gran fiesta del Cielo. Somos nosotros, hermanos queridísimos, los que intervenimos en las bodas del Verbo. Nosotros, que tenemos ya fe en la Iglesia, que nos alimentamos con la Sagrada Escritura, que gozamos porque la Iglesia está unida a Dios. Pensad ahora, os ruego, si habéis venido a estas bodas con el traje nupcial: examinad atentamente vuestros pensamientos (S. Gregorio Magno. Homiliae in Evangelia, 38, 11 (PI.. 76, 1289). Yo os aseguro a vosotros -y me aseguro a mí mismo que ese traje de bodas estará tejido con el amor de Dios, que habremos sabido recoger hasta en las más pequeñas tareas. Porque es de enamorados cuidar los detalles, incluso en las acciones aparentemente sin importancia.
(Amigos de Dios 40).