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4 junio 2026

MODO DE VIVIR: Delicadeza en el trato

Delicadeza en el trato

Ojalá fuera tal tu compostura y tu conversación que todos pudieran decir al verte o al oírte hablar: éste lee la vida de Jesucristo. (Camino 2).

¿No observas cómo muchos de tus compañeros saben demostrar gran delicadeza y sensibilidad, en su trato con las personas que aman: su novia, su mujer, sus hijos, su familia...?
-Diles -¡y exígete tú mismo!- que el Señor no merece menos: ¡que le traten así! Y aconséjales, además, que sigan con esa delicadeza y esa sensibilidad, pero vividas con Él y por Él, y alcanzarán una felicidad nunca soñada, también aquí en la tierra. (Surco 676).

No sabemos los hombres tener con Jesús las suaves delicadezas que unos pobres toscos, pero cristianos, tienen diariamente con una infeliz criaturilla -su mujer, su hijo, su amigo-, pobre también como ellos.
-Esta realidad nos debería servir de revulsivo. (Forja 499).

Querría haceros notar que, después de veinte siglos, todavía aparece con toda la fuerza de la novedad el Mandato del Maestro, que es como la carta de presentación del verdadero hijo de Dios. A lo largo de mi vida sacerdotal, he predicado con muchísima frecuencia que, desgraciadamente para tantos, sigue siendo nuevo, porque nunca o casi nunca se han esforzado en practicarlo: es triste, pero es así. Y está muy claro que la afirmación del Mesías resalta de modo terminante: en esto os conocerán, ¡ en que os amáis los unos a los otros! Por eso, siento la necesidad de recordar constantemente esas palabras del Señor. San Pablo añade: llevad los unos las cargas de los otros, y así cumpliréis la ley de Cristo (Gal VI. 2). Ratos perdidos, quizá con la falsa excusa de que te sobra tiempo... ¡ Si hay tantos hermanos, amigos tuyos, sobrecargados de trabajo! Con delicadeza, con cortesía, con la sonrisa en los labios, ayúdales de tal manera que resulte casi imposible que lo noten; y que ni se puedan mostrar agradecidos, porque la discreta finura de tu caridad ha hecho que pasara inadvertida. (Amigos de Dios 44).

.- Vuestra conducta con los demás tendrá así unas características que nacen de la caridad: delicadeza en el trato, buena educación, amor a la libertad ajena, cordialidad, simpatía. ¡Lo dice tan claro el Apóstol! Estando libre de todos, de todos me he hecho siervo, para ganar más almas. Con los judíos, viví como judío, para convertirlos; con los sujetos a la ley, he vivido como si estuviese sujeto a la ley, con no estarlo, sólo por ganar a los que vivían sujetos; con los que no estaban sujetos a la ley, he vivido como si yo tampoco lo estuviera —aunque tenía yo una ley respecto a Dios, teniendo la de Jesucristo— a cambio de ganar a los que vivían sin ley. Híceme flaco con los flacos, por ganar a los flacos; híceme todo para todos, por salvarlos a todos. (Cartas IV. 13d).