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18 mayo 2026

MODO DE VIVIR: Aprovechar el tiempo en la laboriosidad

Aprovechar el tiempo en la laboriosidad

Aleja de ti esos pensamientos inútiles que, por lo menos, te hacen perder el tiempo. (Camino 13).

El trabajo es la vocación inicial del hombre, es una bendición de Dios, y se equivocan lamentablemente quienes lo consideran un castigo.
El Señor, el mejor de los padres, colocó al primer hombre en el Paraíso, «ut operaretur» -para que trabajara. (Surco 482).

Ya que eres tan exigente en que, hasta en los servicios públicos, los demás cumplan sus obligaciones -¡es un deber!, afirmas-, ¿has pensado si respetas tu horario de trabajo, si lo realizas a conciencia? (Forja 696).

Pero sigamos el hilo de la parábola. Y las fatuas, ¿qué hacen? A partir de entonces, ya dedican su empeño a disponerse a esperar al Esposo: van a comprar el aceite. Pero se han decidido tarde y, mientras iban, vino el esposo y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas, y se cerró la puerta. Al cabo llegaron también las otras vírgenes, clamando: ¡Señor, Señor, ábrenos! ( Mt XXV, 10-11). No es que hayan permanecido inactivas: han intentado algo... Pero escucharon la voz que les responde con dureza: no os conozco (Mt XXV, 12). No supieron o no quisieron prepararse con la solicitud debida, y se olvidaron de tomar la razonable precaución de adquirir a su hora el aceite. Les faltó generosidad para cumplir acabadamente lo poco que tenían encomendado. Quedaban en efecto muchas horas, pero las desaprovecharon.
Pensemos valientemente en nuestra vida. ¿Por qué no encontramos a veces esos minutos, para terminar amorosamente el trabajo que nos atañe y que es el medio de nuestra santificación? ¿Por qué descuidamos las obligaciones familiares? ¿Por qué se mete la precipitación en el momento de rezar, de asistir al Santo Sacrificio de la Misa? ¿Por qué nos faltan la serenidad y la calma, para cumplir los deberes del propio estado, y nos entretenemos sin ninguna prisa en ir detrás de los caprichos personales? Me podéis responder: son pequeñeces. Sí, verdaderamente: pero esas pequeñeces son el aceite, nuestro aceite, que mantiene viva la llama y encendida la luz. (Amigos de Dios 41).

En esta atmósfera y en este ambiente hemos de dar el ejemplo, humilde y audaz al mismo tiempo, perseverante y sellado con el trabajo, de una vida cristiana, íntegra, laboriosa, llena de comprensión y de amor a todas las almas. (Cartas IV. 5a).