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Apostolado en caridad y unidad
"Ideo omnia sustineo propter electos" -todo lo sufro, por los escogidos, "ut et ipsi salutem consequantur" -para que ellos obtengan la salvación, "quae est in Christo Jesu"- que está en Cristo Jesús.
-¡Buen modo de vivir la Comunión de los Santos!
-Pide al Señor que te dé ese espíritu de San Pablo. (Camino 550).
En el apostolado, obedece sin fijarte en las condiciones humanas del que manda, ni en cómo manda. Lo contrario no es virtud.
Cruces hay muchas: de brillantes, de perlas, de esmeraldas, de esmaltes, de marfil...; también de madera, como la de Nuestro Señor. Todas merecen igual veneración, porque la Cruz nos habla del sacrificio de Dios hecho Hombre. -Lleva esta consideración a tu obediencia, sin olvidar que Él se abrazó amorosamente, ¡sin dudarlo!, al Madero, y allí nos obtuvo la Redención.
Sólo después de haber obedecido, que es señal de rectitud de intención, haz la corrección fraterna, con las condiciones requeridas, y reforzarás la unidad por medio del cumplimiento de ese deber (Surco 373).
Tener espíritu católico implica que ha de pesar sobre nuestros hombros la preocupación por toda la Iglesia, no sólo de esta parcela concreta o de aquella otra; y exige que nuestra oración se extienda de norte s sur, de este a oeste, con generosa petición.
Entenderás así la exclamación -la jaculatoria- de aquel amigo, ante el desamor de tantos hacia nuestra Santa Madre: ¡me duele la Iglesia! (Forja 583).
Se acerca a la higuera: se acerca a ti y se acerca a mí- Jesús, con hambre y sed de almas. Desde la Cruz ha clamado: sitio!.(Ioh XIX. 28), tengo sed. Sed de nosotros, de nuestro amor, de nuestras almas y de todas las almas que debemos llevar hasta El, por el camino de la Cruz, que es el camino de la inmortalidad y de la gloria del Cielo.
Se llegó a la higuera, no hallando sino solamente hojas (Mt XXI, 19). Es lamentable esto. ¿Ocurre así en nuestra vida? ¿Ocurre que tristemente falta fe, vibración de humildad, que no aparecen sacrificios ni obras? ¿Que sólo está la fachada cristiana, pero que carecemos de provecho? Es terrible. Porque Jesús ordena: nunca jamás nazca de ti fruto. Y la higuera se secó inmediatamente (Mt XXI, 19). Nos da pena este pasaje de la Escritura Santa, a la vez que nos anima también a encender la fe, a vivir conforme a la fe, para que Cristo reciba siempre ganancia de nosotros.
No nos engañemos: Nuestro Señor no depende jamás de nuestras construcciones humanas; los proyectos más ambiciosos son, para El, juego de niños. El quiere almas, quiere amor; quiere que todos acudan, por la eternidad, a gozar de su Reino. Hemos de trabajar mucho en la tierra; y hemos de trabajar bien, porque esa tarea ordinaria es lo que debemos santificar. Pero no nos olvidemos nunca de realizarla por Dios. Si la hiciéramos por nosotros mismos, por orgullo, produciríamos sólo hojarasca: ni Dios ni los hombres lograrían, en árbol tan frondoso, un poco de dulzura (Amigos de Dios 202).