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Ejemplo de apostolado en el trabajo
Sólo te preocupas de edificar tu cultura. -Y es preciso edificar tu alma. -Así trabajarás como debes, por Cristo: para que Él reine en el mundo hace falta que haya quienes, con la vista en el cielo, se dediquen prestigiosamente a todas las actividades humanas, y, desde ellas, ejerciten calladamente -y eficazmente-un apostolado de carácter profesional. (Camino 347).
¡Es muy difícil!", exclamas desalentado.
Oye, si luchas, con la gracia de Dios basta: prescindirás de los intereses personales, servirás a los demás por Dios, y ayudarás a la Iglesia en el campo donde se libra hoy la batalla: en la calle, en la fábrica, en el taller, en la universidad, en la oficina, en tu ambiente, en medio de los tuyos. (Surco 14).
Cristiano: estás obligado a ser ejemplar en todos los terrenos, también como ciudadano, en el cumplimiento de las leyes encaminadas al bien común. (Forja 695).
El Señor nos ha regalado la vida, los sentidos, las potencias, gracias sin cuento: y no tenemos derecho a olvidar que somos un obrero, entre tantos, en esta hacienda, en la que El nos ha colocado, para colaborar en la tarea de llevar el alimento a los demás. Este es nuestro sitio: dentro de estos límites; aquí hemos de gastarnos diariamente con El, ayudándole en su labor redentora (Cfr. Col 1. 24).
Dejadme que insista: ¿tu tiempo para ti? ¡Tu tiempo para Dios! Puede ser que, por la misericordia del Señor, ese egoísmo no haya entrado en tu alma de momento. Te hablo, por si alguna vez sientes que tu corazón vacila en la fe de Cristo. Entonces te pido -te pide Dios- fidelidad en tu empeño, dominar la soberbia, sujetar la imaginación, no permitirte la ligereza de irte lejos, no desertar.
Les sobraba toda la jornada, a aquellos jornaleros que estaban en medio de la plaza; quería matar las horas, el que escondió el talento en el suelo; se va a otra parte, el que debía ocuparse de la viña. Todos coinciden en una insensibilidad, ante la gran tarea que a cada uno de los cristianos ha sido encomendada por el Maestro: la de considerarnos y la de portarnos como instrumentos suyos, para corredimir con El; la de consumir nuestra vida entera, en ese sacrificio gozoso de entregarnos por el bien de las almas. (Amigos de Dios 49).
¿Y todo esto, para qué? Para dar a Dios toda la gloria. Están muy bien esos deseos tuyos de llegar, esas ambiciones de sobresalir, de destacar en tu trabajo; pero hay que rectificar la intención, encaminando esos afanes exclusivamente a la gloria de Dios. Convenceos de que todo lo terreno se acaba: después de muertos, quizá al poco tiempo, mucha gente se olvidará de nosotros. ¿Para qué vamos a buscar una gloria tan efímera? Preocupémonos sólo de ser un padre de familia cristiano, un médico cristiano, un arquitecto cristiano, un trabajador cristiano. Si en cada nación hubiera un grupo de padres de familia santos, de médicos santos, de arquitectos santos, de obreros santos, estarían resueltos todos los problemas. (Crecer para adentro. La gloria de Dios).