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26 marzo 2026

MODO DE VIVIR: Apostolado doctrinal

Apostolado doctrinal

Antes, como los conocimientos humanos -la ciencia- eran muy limitados, parecía muy posible que un solo individuo sabio pudiera hacer la defensa y apología de nuestra Santa Fe.
Hoy, con la extensión y la intensidad de la ciencia moderna, es preciso que los apologistas se dividan el trabajo para defender en todos los terrenos científicamente a la Iglesia.
Tú... no te puedes desentender de esta obligación (Camino 338).

Apostolado de la doctrina: ése será siempre tu apostolado (Surco 225).

La malicia de algunos y la ignorancia de muchos: he ahí el enemigo de Dios, de la Iglesia.
-Confundamos al malvado, iluminemos la inteligencia del ignorante... Con la ayuda de Dios, y con nuestro esfuerzo, salvaremos al mundo (Forja 635).

Veamos con qué recursos contamos siempre los cristianos para vencer en esta lucha por guardar la castidad: no como ángeles, sino como mujeres y hombres sanos, fuertes, ¡normales! Venero con toda el alma a los ángeles, me une a ese ejército de Dios una gran devoción; pero compararnos con ellos no me gusta, porque los ángeles tienen una naturaleza distinta de la nuestra, y esa equiparación supondría un desorden.
En muchos ambientes se ha generalizado un clima de sensualidad que, unido a la confusión doctrinal, lleva a tantos a justificar cualquier aberración o, al menos, a demostrar la tolerancia más indiferente por toda clase de costumbres licenciosas.
Hemos de ser lo más limpios que podamos, con respeto al cuerpo, sin miedo, porque el sexo es algo santo y noble -participación en el poder creador de Dios-, hecho para el matrimonio. Y, así, limpios y sin miedo, con vuestra conducta daréis el testimonio de la posibilidad y de la hermosura de la santa pureza.
En primer término, nos empeñaremos en afinar nuestra conciencia, ahondando lo necesario hasta tener seguridad de haber adquirido una buena formación, distinguiendo bien entre la conciencia delicada -auténtica gracia de Dios- y la conciencia escrupulosa, que es algo muy diverso.
Cuidad esmeradamente la castidad, y también aquellas otras virtudes que forman su cortejo -la modestia y el pudor-, que resultan como su salvaguarda. No paséis con ligereza por encima de esas normas que son tan eficaces para conservarse dignos de la mirada de Dios: la custodia atenta de los sentidos y del corazón; la valentía -la valentía de ser cobarde- para huir de las ocasiones; la frecuencia de los sacramentos, de modo particular la Confesión sacramental; la sinceridad plena en la dirección espiritual personal; el dolor, la contrición, la reparación después de las faltas. Y todo ungido con una tierna devoción a Nuestra Señora, para que Ella nos obtenga de Dios el don de una vida santa y limpia (Amigos de Dios 185).