Página inicio

-

Agenda

13 febrero 2026

MODO DE VIVIR: Dios es amor

Dios es amor

Acaba siempre tu examen con un acto de Amor -dolor de Amor-: por ti, por todos los pecados de los hombres... -Y considera el cuidado paternal de Dios que te quitó los obstáculos para que no tropezases (Camino 246).

Qué pérdida de tiempo y qué visión tan humana, cuando todo lo reducen a tácticas, como si ahí estuviera el secreto de la eficacia.
-Se olvidan de que la "táctica" de Dios es la caridad, el Amor sin límites: así colmó Él la distancia incolmable que abre el hombre, con el pecado, entre el Cielo y la tierra (Surco 147).

La vida interior se robustece por la lucha en las prácticas diarias de piedad, que has de cumplir -más: ¡que has de vivir !- amorosamente, porque nuestro camino de hijos de Dios es de Amor (Forja 83).

Convenceos de que únicamente con la justicia no resolveréis nunca los grandes problemas de la humanidad. Cuando se hace justicia a secas, no os extrañéis si la gente se queda herida: pide mucho más la dignidad del hombre, que es hijo de Dios. La caridad ha de ir dentro y al lado, porque lo dulcifica todo, lo deifica: Dios es amor (1 Ioh IV, 16). Hemos de movernos siempre por Amor de Dios, que torna más fácil querer al prójimo, y purifica y eleva los amores terrenos.
Para llegar de la estricta justicia a la abundancia de la caridad hay todo un trayecto que recorrer. Y no son muchos los que perseveran hasta el fin. Algunos se conforman con acercarse a los umbrales: prescinden de la justicia, y se limitan a un poco de beneficencia, que califican de caridad, sin percatarse de que aquello supone una parte pequeña de lo que están obligados a hacer. Y se muestran tan satisfechos de sí mismos, como el fariseo que pensaba haber colmado la medida de la ley porque ayunaba dos días por semana y pagaba el diezmo de todo cuanto poseía (Lc XVIII, 12) (Amigos de Dios 172).

No quiero terminar sin una última reflexión. El cristiano, al hacer presente a Cristo entre los hombres, siendo él mismo ipse Christus, no trata sólo de vivir una actitud de amor, sino de dar a conocer el Amor de Dios, a través de ése su amor humano.
Jesús ha concebido toda su vida como una revelación de ese amor: Felipe, respondió a uno de sus discípulos, quien me ve a mí ve también al Padre. Siguiendo esa enseñanza el apóstol Juan invita a los cristianos a que, ya que han conocido el amor de Dios, lo manifiesten con sus obras: Carísimos, amémonos los unos a los otros, porque la caridad procede de Dios; y todo aquel que ama, es hijo de Dios y conoce a Dios.
Quien no tiene este amor no conoce a Dios: puesto que Dios es amor. En esto se demostró el amor de Dios hacia nosotros, en que envió a su Hijo unigénito al mundo, para que por El tengamos la vida. Y en esto consiste su amor, que no es porque nosotros hayamos amado a Dios, sino que El nos amó primero a nosotros, y envió a su Hijo a ser víctima de propiciación por nuestros pecados. Queridos, si así nos amó Dios, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros
(Es Cristo que pasa 115).