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Desilusionado. -Vienes alicaído. ¿Los hombres te acaban de dar una lección? -Creían que no los necesitabas, y rezumaban ofrecimientos. La posibilidad de que tuvieran que ayudarte económicamente -unas pesetillas miserables- convirtió la amistad en indiferencia.
-Confía sólo en Dios y en quienes, por Él, están unidos a ti (Camino 363).
En el apostolado de amistad y confidencia, el primer paso es la compresión, el servicio,... y la santa intransigencia en la doctrina (Surco 192).
¡Con cuánta insistencia el Apóstol San Juan predicaba el «mandatum novum»! -«¡Que os améis los unos a los otros!»
-Me pondría de rodillas, sin hacer comedia -me lo grita el corazón-, para pediros por amor de Dios que os queráis, que os ayudéis, que os deis la mano, que os sepáis perdonar.
-Por lo tanto, a rechazar la soberbia, a ser compasivos, a tener caridad; a prestaros mutuamente el auxilio de la oración y de la amistad sincera (Forja 454).
Pido al Señor que, durante nuestra permanencia en este suelo de aquí, no nos apartemos nunca del caminante divino. Para esto, aumentemos también nuestra amistad con los Santos Ángeles Custodios. Todos necesitamos mucha compañía: compañía del Cielo y de la tierra. ¡Sed devotos de los Santos Ángeles! Es muy humana la amistad, pero también es muy divina; como la vida nuestra, que es divina y humana. ¿Os acordáis de lo que dice el Señor?: ya no os llamo siervos, sino amigos (Ioh XV, 15). Nos enseña a tener confianza con los amigos de Dios, que moran ya en el Cielo, y con las criaturas que con nosotros conviven, también con las que parecen apartadas del Señor, para atraerlas al buen sendero.
Terminaré repitiendo con San Pablo a los Colosenses: no cesamos de orar por vosotros y de pedir a Dios que alcancéis pleno conocimiento de su voluntad, con toda sabiduría e inteligencia espiritual (Col I, 9). Sabiduría que proporciona la oración, la contemplación, la efusión del Paráclito en el alma.
A fin de que sigáis una conducta digna de Dios, agradándole en todo, produciendo frutos de toda especie de obras buenas y adelantando en la ciencia de Dios; corroborados en toda suerte de fortaleza por el poder de su gracia, para tener siempre una perfecta paciencia y longanimidad acompañada de alegría; dando gracias a -Dios Padre, que nos ha hecho dignos de participar de la suerte de los santos, iluminándonos con su luz; que nos ha arrebatado del poder de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo muy amado (Col I, l0-13) (Amigos de Dios 315).
Vuestra conducta con los demás tendrá así unas características que nacen de la caridad: delicadeza en el trato, buena educación, amor a la libertad ajena, cordialidad, simpatía. ¡Lo dice tan claro el Apóstol! Estando libre de todos, de todos me he hecho siervo, para ganar más almas. Con los judíos, viví como judío, para convertirlos; con los sujetos a la ley, he vivido como si estuviese sujeto a la ley, con no estarlo, sólo por ganar a los que vivían sujetos; con los que no estaban sujetos a la ley, he vivido como si yo tampoco lo estuviera —aunque tenía yo una ley respecto a Dios, teniendo la de Jesucristo— a cambio de ganar a los que vivían sin ley. Híceme flaco con los flacos, por ganar a los flacos; híceme todo para todos, por salvarlos a todos (Carta IV. 13d).