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18 noviembre 2025

MODO DE VIVIR : Jesús es mi amigo entrañable

Los Evangelios muestran a Jesús en constante relación con personas muy distintas: enfermos que buscan curación, pecadores que ansían el perdón, curiosos, incluso espías… Pero en torno al Maestro se mueven, sobre todo, sus amigos. Así llama Jesús a sus discípulos: «amigos míos» (Lc 12,4). Es emocionante contemplar al Señor ante la tumba de Lázaro; su llanto conmovido hace comentar a los judíos: «Mirad cuánto le amaba» (Jn 11,36). Más adelante, durante la Última Cena, explicará a los apóstoles el sentido de su muerte en la Cruz: «Nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos» (Jn 15,13). Y, quizá ante su sorpresa, insiste: «Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; a vosotros, en cambio, os he llamado amigos, porque todo lo que oí de mi Padre os lo he hecho conocer» (Jn 15,15).
“Por el Amor que nos tiene, Jesús nos hace amigos suyos. El don del Espíritu Santo nos sitúa en una relación nueva con Dios. Recibimos el mismo Espíritu de Cristo, que nos hace hijos del Padre y nos introduce también en una especial intimidad con Jesús: en realidad, nos identifica con Él. Sin embargo, al hacerlo no disuelve nuestra individualidad, ni elimina nuestra personalidad. Por eso, la identificación con Cristo se vive de la mano de la amistad con Él. La vida de la gracia inaugura una relación de tú a Tú con Dios: le conocemos en su misterio, y podemos actuar como Él. Esa unidad profunda de conocimiento y de intenciones hace posible que, siendo unas pobres criaturas, experimentemos a Dios, como decía san Agustín, en lo más íntimo de nosotros mismos; y que podamos querer y procurar lo mismo que Él. En eso —idem velle, idem nolle, amar y rechazar lo mismo— consiste precisamente la amistad.”

Pasaje de: Lucas Buch. “Nuevos Mediterráneos”.