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“San Josemaría, es preciso notarlo, no señalaba como fundamento del espíritu del Opus Dei la filiación divina, sino el sentido de la filiación divina. No basta ser hijos de Dios, sino que hemos de sabernos hijos de Dios, de modo tal que nuestra vida adquiera ese sentido. Tener esa seguridad en el corazón es el fundamento más sólido; la verdad de nuestra filiación divina se convierte entonces en algo operativo, con repercusiones concretas en nuestra vida.
Para cultivar tal sentido, es bueno ahondar en esa realidad con la cabeza y con el corazón. Con la cabeza, primero, meditando en la oración los pasajes de la Escritura que hablan de la paternidad de Dios, de nuestra filiación, de la vida de los hijos de Dios. Esta meditación puede recibir luz de los muchos textos de san Josemaría sobre nuestra condición de hijos de Dios, o de las reflexiones de otros santos y escritores cristianos.
Con el corazón podemos ahondar en nuestra condición de hijos de Dios acudiendo al Padre confiadamente, abandonándonos en su Amor, actualizando con o sin palabras nuestra actitud filial, y procurando tener siempre presente el Amor que Él nos tiene. Un modo de hacerlo es acudir a Él[…]”
Pasaje de: Lucas Buch. “Nuevos Mediterráneos”.