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1. La Adoración
Comenzarás por rendir homenaje a Dios, a Nuestro Señor Jesucristo o la Santísima Virgen, según el tema de la meditación. También, por ejemplo, si meditas sobre una perfección de Dios o sobre una virtud, rendirás homenaje a Dios que posee en un grado infinitamente elevado esa perfección o a Nuestro Señor que la practicó tan perfectamente: por ejemplo, si haces la oración sobre la humildad, pensarás en lo humilde que fue Nuestro Señor, Él, que era Dios desde toda la eternidad y que se humilló hasta hacerse un niño, hasta nacer en un pesebre, hasta obedecer a José y a María durante tantos años, hasta lavar los pies a sus apóstoles, hasta sufrir toda clase de oprobios e ignominias por parte de los hombres. Entonces, le expresarás tu admiración, tu amor, tu gratitud, estimularás a tu corazón para que le ame y para que desee imitarle. Puedes también considerar esta virtud en la Santísima Virgen o en cualquier otro santo; ver cómo la han practicado y manifestar al Señor tu deseo de imitarlos.
Si meditas sobre un misterio de Nuestro Señor, por ejemplo, el de la Navidad, puedes representarte con la imaginación el lugar en que tuvo lugar ese misterio y las personas que allí aparecían; podrás imaginar, por ejemplo, la gruta donde nació el Salvador, ver al Niño Jesús en los brazos de María, con san José a su lado; los pastores y los magos que vienen a rendirle homenaje; y entonces te unirás a ellos para adorarle, alabarle y rezar ante él.
Te puedes servir también de representaciones parecidas cuando medites sobre las grandes verdades como el infierno, el juicio, la muerte; imaginar, por ejemplo, que estás muriendo; las personas que estarían a tu alrededor: un sacerdote, tus padres; los sentimientos que experimentarías entonces, y de ahí surgirán afectos hacia Dios; las sensaciones de temor, de confianza, etc., que experimentarías. Después de detenerte en esos afectos y en esos sentimientos durante todo el tiempo en el que encuentres gusto y en el que te puedas ocupar eficazmente, pasarás al segundo punto que es la consideración.
JACQUES PHILIPPE