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15 septiembre 2026

COMENTARIO AL SALMO II: Coger bien el espíritu

Ignacio Domínguez
«Aprehendite disciplinam» Coger bien el espíritu
Diversidad de traducciones
El texto hebreo usa dos palabras: nascu bar.
nascu es verbo; bar es sustantivo. Pero ambas palabras son susceptibles de diversas traducciones: nascu puede traducirse principalmente por: adorad, besad, aprehended... bar significa sobre todo: hijo o disciplina.
De hecho, San Jerónimo, en sus comentarios, usa las dos formas:
adorad al Hijo,
aprehended la disciplina.
Y aún diríamos que le atrae, de manera especial, la primera: «adorad al Hijo».
Dice: «nascu bar puede traducirse por «adorad al Hijo». Es absolutamente manifiesto que se trata de una profecía acerca de Cristo e incluye una ineludible obligación: Adorad al Hijo, pues de lo contrario, el Padre os castigará y pereceréis lejos del buen Camino. Así les ocurrió a muchos judíos: por no aceptar a Cristo, perdieron el Camino de la Salvación».
Con todo, la traducción que se ha impuesto, la más aceptada por los autores, ha sido la otra: Aprehended la disciplina, coged bien el espíritu, sabiendo que «para ser perfectos no basta el mero conocimiento de Dios: es necesario vivir la vir¬tud» (Teodoreto de Ciro).
Las citas de los Padres y autores eclesiásticos pueden sernos muy ilustrativas:
Aprehendite disciplinam,
para San Atanasio quiere decir: aprehender la perfección;
Para San Beda Venerable y Dionisio Cartujano significa: aceptar las pruebas que permite Dios, con las cuales el hombre se hace disciplinado y probado en toda obra buena;
según Ludolfo de Sajonia, equivale a: someterse a las enseñanzas de Cristo, de forma que ni en la prosperidad nos abandone el temor ni en la adversidad perdamos la paciencia;
— y Santo Tomás comenta: ut nemo vivat ut libet sed ut decet: para que nadie viva como quiera sino como debe.
Todas estas traducciones son válidas. Todas ellas muy interesantes.
Pero sea de ello lo que fuere, una cosa es clara, y podemos formularla así: tan importante es apre¬hender esta disciplina que va en ello la salvación: ne irascatur Dominus et pereatis: para que no nos alcance la ira de Dios.
Vivir bien para vivir eternamente: esa es la disciplina
El Salmo 2 nos lo dice: los hombres se rebelaron contra Dios y contra Cristo, intentando cortar la relación creatura-creador.
No es sólo la actitud de aquellos («necios» les llama en ocasiones la Escritura) que desconocieron los caminos de la disciplina; es más que eso: es la actitud del pecador ensoberbecido que rechaza la luz y la gracia, y al que puede decirle el mismo Dios: Has rechazado la disciplina. Es odio contra Dios: las tinieblas odian la luz.
Aleccionados por el mensaje de este Salmo, es necesario decidirse a abrazar la disciplina: «la disciplina es guardiana de la esperanza, vínculo que mantiene la fe, guía en el camino de la salvación, fomento del buen carácter, maestra de la virtud; la disciplina nos hace perseverar con Cristo, vivir unidos a Dios, y llegar a conseguir los premios eternos».
Aprehendite disciplinam: es un imperativo ineludible del Salmo 2.
Disciplina a discendo derivatur —dice San Agustín—, la palabra «disciplina» deriva del ver¬bo «discere», aprender.
Qui sunt qui discunt?: ¿quiénes aprenden la disciplina?: los cristianos;
A quo discunt?: ¿de quién la aprenden?: de Cristo;
Quid discunt?: ¿qué aprenden?: aprenden a vivir bien, para que, de ese modo, puedan vivir eternamente: discunt bene vivere ut per- veniantur ad semper vivere.
Cristo Rey, constituido como tal en Sion, monte santo de Dios, predica su enseñanza. En torno a Él, los discípulos aprenden:
«Tú eres hijo mío...; Pídeme y te daré las naciones por herencia...; Las regirás con vara de hierro...»
De esta manera, los discípulos discunt bene vivere: aprenden a vivir conforme a las enseñanzas de Cristo Maestro, que les dice:
«Entended bien...»; «Dejaos instruir...»; «Servid...»; «Exultad de gozo...».
La disciplina lleva, cada vez más, a preocuparse de las cosas de Dios, a meterse por caminos de fidelidad a la gracia, a no despreciar los toques del Paráclito en el alma.
«Beati qui confidunt»: dichosos los que se entregan confiadamente a Cristo, los que al-canzan la salvación definitiva: la disciplina —bene vivere— lleva a la vida perdurable —semper vivere—, vida eterna en el seno de Dios.