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28 julio 2026

COMENTARIO AL SALMO II. El hombre, barro de botijo

Ignacio Domínguez.
«Tamquam vas figuli» El hombre, barro de botijo
El hombre, vaso de barro

En el principio, Dios hizo el barro. Y el barro era bueno.
Se dejó modelar por las manos de Dios. Y apareció sobre la tierra el hombre, todo él hecho imagen y semejanza de Dios.
Pero, absurdamente, el vaso de barro dijo al alfarero: ¿Por qué me has hecho así? Yo no quiero ser vaso de honor sino de vergüenza (Rom 9, 20). Por eso, romperé los lazos que me unen a ti, arrojaré lejos tu yugo.
Y el hombre pecó.
Perdió la belleza, perdió el esmalte, grietas horrorosas se abrieron por todas partes...
A partir de entonces, aparecieron en el hombre —vaso de barro— la concupiscencia de los ojos, la concupiscencia de la carne, la soberbia de la vida (1 Jn 2, 16).
A veces, lo llenan hasta rebosar.
Confringe, Domine! ¡Rompe, Señor! ¿Para qué sirve un vaso —un hombre— lleno de veneno?
Confringe tamquam vas figuli. Rómpelo como a vaso de alfarero: el hombre no debe oponerse a Dios.
Confringe!, Confringe!: para que el hombre no sea vaso eternamente vacío, eternamente inútil, eternamente odioso.
El hombre, herencia de Cristo
Los romperás como a vaso de alfarero, dice el salmista. Pero los Padres, al comentar este versículo, se hacen esta pregunta: ¿Quién deja una herencia a alguien con miras a que el heredero la destruya? No, Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva (Ez 18, 23).
Esto significa que las palabras del salmo tienen una ulterior significación, y es necesario ponerlas en relación con lo que se dice en otros muchos lu¬gares de la Biblia: cor contritum, corazón roto. Roto —por el dolor— el corazón del hombre pecador.
¿Y qué es lo que Cristo rompe en nuestros corazones?: las concupiscencias terrenas, el pecado. Dice Ludolfo de Sajonia: Conteres in eis terrenas cupiditates: quidquid de paccatorum limo contraxerunt. Dios rompe en nosotros: los vicios, la soberbia, los pensamientos vanos, la impureza...
Como el vaso de alabastro de aquella mujer pecadora, el hombre tiene que poner su corazón a los pies de Jesucristo: quebrarse y anonadarse en ofrenda de perfumes a sus pies.
A partir de ese momento, la que antes era una perdida, se encontró a sí misma como herencia de Cristo: dabo tibi gentes hereditatem tuam... confringes ens tamquam vas figuli...: te daré en herencia las gentes todas del mundo para que rompas en ellos su maldad.
Cierto matrimonio tenía un hijo, un único hijo, su heredero. Pero el muchacho, que había sido educado en medio de mil caprichos por las nodri¬zas y los sirvientes, era malo: se gozaba en la perversidad.
Entonces los padres rezaron a Dios por su hijo. Y tanto y tanto rezaron que Dios un día les dijo:
Ciertamente, la virtud es hija de la propia voluntad y nadie puede querer si no quiere querer. Pero tomad este anillo que os doy. Ponédselo a vuestro hijo: cada vez que cometa una mala acción, sentirá una punzada de dolor. Eso le servirá de advertencia. Pero si persiste en el mal, y destruye los llamamientos de la conciencia, tendrá desdichas e infelicidad.
Durante algún tiempo, el muchacho fue prudente. Pero poco a poco empezó a hacer lo que es malo a los ojos de Dios. La sortija le pinchaba, le producía dolor. Pero él, en vez de arrepentirse, lo que hizo fue arrancarse el anillo del dedo y arrojarlo lejos.
En ese momento se convirtió en monstruo: el hombre que no tiene conciencia es el peor de los animales.
Así transformado en monstruo, huyó hacia las montañas. Pero allí lo apresaron unos cazadores, y lo metieron en una jaula para exhibirlo ante el pueblo en el circo.
Pasó algún tiempo.
Mas he aquí que, cierto día, el monstruo vio una sortija brillante en el suelo. La cogió y la puso en el dedo... Un pinchazo de dolor muy fuerte, y otro, y otro... Aquello le despertó. Se dio cuenta de todo, y pidió perdón a Dios.
Confringe, Domine! ¡Rompe, Señor! ¿Para qué sirve un hombre así animalizado?
Confringe tamquam vas figuli! ¡Rómpelo como a vaso de alfarero!: pínchalo con la contrición y el dolor.
Confringe! Confringe!: para que el hombre no viva irracionalizado, eternamente degradado, eternamente apresado.