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20 abril 2026

LA DIVINA MISERICORDIA

Santa María Faustina Kowalska
Extraído de su Diario sobre la Divina Misericordia

Muéstrame, oh Dios, Tu misericordia.
Según la compasión del Corazón de Jesús.
Escucha mis suspiros y mis súplicas.

Y las lágrimas de un corazón arrepentido.
Oh Dios omnipotente, siempre misericordioso,
Tu compasión [es] siempre inagotable.
Aunque mi miseria [es] grandísima como el mar,
Tengo plena confianza en la misericordia del Señor.

Oh Trinidad eterna, oh Dios siempre benigno,
Tu compasión [es] ilimitada,
Por eso confío en el mar de misericordia
Y Te siento, Señor, aunque me separa un velo.

Que la omnipotencia de Tú misericordia, oh Señor,
Sea glorificada en el mundo entero,
Que su culto no termine jamás,
Alma mía, propaga la Divina Misericordia con ardor.

Mientras hago el Vía Crucis, a la duodécima estación experimento una emoción profunda. Aquí medito la omnipotencia de la Divina Misericordia que ha pasado a través del Corazón de Jesús. Cada vez que hago el Vía Crucis, en la herida abierta del Corazón de Jesús encierro toda la pobre humanidad... y distintas personas que amo. De esta Fuente de Misericordia han salido los dos rayos, es decir la Sangre y el Agua; ellos con su inmensidad inundan el mundo entero...
Oh Jesús mío, para agradecerte por tantas gracias, Te ofrezco el alma y el cuerpo, el intelecto y la voluntad y todos los sentimientos de mi corazón. Con los votos me he entregado toda a Ti, ya no tengo nada más que podría ofrecerte. Jesús me dijo: Hija Mía, no Me has ofrecido lo que es realmente tuyo. Me he ensimismado y he constatado de que amaba a Dios con todas las fuerzas de mi alma; y sin poder conocer que era lo que no había dado al Señor, pregunté: Jesús, dímelo y Te lo daré inmediatamente con generosidad del corazón. Jesús me dijo amablemente: Hija, dame tu miseria porque es tu propiedad exclusiva. En ese momento un rayo de luz iluminó mi alma y conocí todo el abismo de mi miseria; en ese mismo momento me abracé contra el Santísimo Corazón de Jesús con tanta confianza que aunque tuviera sobre la conciencia los pecados de todos los condenados, no dudaría de la Divina Misericordia, sino que, con el corazón hecho polvo, me arrojaría en el abismo de Tu misericordia. Creo, oh Jesús, que no me rechazarías sino que me absolverías con la mano de quien Te sustituye.
Primer día. Jesús: Hija Mía, estos ejercicios espirituales serán una continua contemplación; te introduciré en estos ejercicios como a un banquete espiritual. Junto a Mi Corazón misericordioso meditarás sobre todas las gracias que tu corazón ha recibido y una profunda paz reinará en tu alma. Deseo que la mirada de tu alma esté siempre clavada en Mi santa voluntad y con esto Me agradarás muchísimo. Ningún sacrificio es comparable con éste. Durante todos los ejercicios permanecerás junto a Mi Corazón, no harás ningunas reformas, porque tu vida es según Mi complacencia. No te turbará ni una sola palabra del sacerdote que tiene los ejercicios.