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Santa María Faustina Kowalska
Extraído de su Diario sobre la Divina Misericordia
Jesús, Vida mía, siento bien que me estás transformando en Ti, en lo secreto del alma donde los sentidos perciben muy poco. Oh Salvador mío, escóndeme entera en lo profundo de Tu Corazón y protégeme con Tus rayos de todo lo que me aleja de Ti. Te suplico, oh Jesús, que estos dos rayos que salieron de Tu Misericordiosísimo Corazón, alimenten continuamente mi alma.
+ Cantaré eternamente la misericordia del Señor
Delante de todo el pueblo,
Ya que éste es el mayor atributo de Dios,
Y para nosotros un milagro continuo.
Brotas de la Divina Trinidad,
Pero de un único seno amoroso;
La misericordia del Señor aparecerá en el alma
En toda su plenitud, cuando caiga el velo.
De la fuente de Tu misericordia, oh Señor,
Fluyen toda felicidad y toda vida;
Y así, todas las criaturas y todas las cosas
Cantad con éxtasis el himno de la misericordia.
Las entrañas de la Divina Misericordia abiertas
para nosotros,
Por la vida de Jesús extendido en la cruz;
No deberías dudar ni desesperar, oh pecador.
Sino confiar en la misericordia,
porque tú también puedes ser santo.
Dos manantiales brotaron en forma de rayos
Del Corazón de Jesús,
No para los ángeles, ni querubines, ni serafines,
Sino para salvar al hombre pecador.
Oh Jesús, Tú sabes cuán ardiente es mi deseo de esconderme para que nadie me conozca, excepto Tu dulcísimo Corazón. Deseo ser una violeta pequeñita escondida entre las hierbas, desconocida en un magnífico jardín cerrado, donde crecen espléndidas rosas, y lirios. La bella rosa y el maravilloso lirio se dejan ver desde lejos, pero para ver la violeta pequeña hay que encorvarse mucho, sólo su perfume permite descubrirla. Oh, cuánto me alegro de poder esconderme así. Oh mi Esposo divino, para Ti son la flor de mi corazón y el perfume del amor puro.
Mi alma se ha ahogado en Ti, Dios eterno, desde el momento en que Tú Mismo me has atraído hacia Ti; oh Jesús mío, cuánto más Te conozco, tanto más ardientemente Te deseo. Conocí en el Corazón de Jesús, que para las almas elegidas en el cielo mismo hay otro cielo al que no todos tienen acceso sino solamente las almas elegidas. Una felicidad inconcebible en la que será sumergida el alma. Oh Dios mío, es que no logro describirlo ni siquiera en una mínima parte. Las almas están penetradas por su divinidad, pasan de claridad en claridad, luz inmutable, pero nunca monótona, siempre nueva, y que no cambia nunca. Oh Santa Trinidad, déjate conocer a las almas.