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13 octubre 2026

COMENTARIO AL SALMO II. Cristo, Conductor y Camino a la vez

Ignacio Domínguez
Cristo, Conductor y Camino a la vez
Ne pereatis de via: esto se refiere indudablemen¬te a Aquel que dijo de sí mismo: Ego sum via: Yo soy el Camino.
Casiodoro aún nos dice más: Christus est dux euntium, et via ad beatitudinem festinantium: Con¬ductor de los que caminan, y camino de los que corren hacia el cielo: Eso es Cristo (Casiodoro).
Christus, dux et via: conductor y camino.
de los que caminan: euntium
de los que caminan hacia el cielo: ad beatitu¬dinem festinantium.
Estos dos puntos son de máxima importancia: hay quienes no caminan, y hay quienes caminan descaminados.
De ellos. Cristo no es Conductor y Camino. Sólo lo es de aquellos que realmente caminan, y cami¬nan rumbo al cielo: ad beatitudinem.
En el Evangelio encontramos ejemplos aleccio¬nadores:
a) Hay los perezosos, los tumbones, los que se quedan en puras palabras, los que —en el mejor de los casos— se parecen a los indicadores y letre¬ros de carretera: quizá saben el camino, pero no caminan. Mt 21,30:
Hijo mío: ve hoy a trabajar a la viña...
Voy, Padre.
Sed non ivit: pero no fue. Mt 25, 14 ss:
Dijo el Amo:
Trabajad hasta que yo vuelva.
Pero el que recibió un talento, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor...
—Sé que eres hombre duro, que quieres cose¬char donde no sembraste, y recoger donde no esparciste...
—Siervo perezoso: atado de pies y manos arro¬jadlo a las tinieblas exteriores.
Hay también los que andan descaminados. Dan más importancia a sus razonamientos que a la llamada divina. Y se alejan de Cristo.
Un ejemplo claro: el discípulo que dijo a Jesu¬cristo:
Primero tengo que despedirme de los de mi casa... tengo que enterrar a mi padre...
No; deja que los muertos entierren a sus muer¬tos... el que pone la mano al arado, no debe volver la vista atrás (Lc 9, 57).
Un ejemplo más claro todavía: el joven rico: abiit tristis... se alejó de Jesucristo, por un camino descaminado, lleno de tristeza el corazón (Mc 10. 20).
Pero hay también, gracias a Dios, los que caminan por Cristo, con El y en El: per ipsum, cum ipso, et in ipso.
Para ellos, Cristo sí es Conductor y Camino.
Abraham:
Dijo Yahveh Dios: Deja tu tierra y tu parcela, y ven a la tierra que yo te mostraré...
Y Abraham se puso en camino, conforme le ha¬bía indicado Yahveh (Gén 12, 1).
Samuel:
Dios le llamaba por su nombre: Samuel, Sa¬muel...
Heme aquí, porque me has llamado: Habla, Se¬ñor, que tu siervo escucha (1 Sal 3, 1).
Los Magos:
¿Dónde está el nacido Rey de los judíos?... Hemos visto su estrella, y hemos venido... (Mt 2, 1).
Los Apóstoles:
Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.
Y ellos, dejándolo todo, le siguieron... (Mt 4, 18). Christus, dux euntium et via ad beatitudinem festinantium: Cristo, Conductor y Camino de los que corren hacia el cielo.
Fidelidad a Cristo, fidelidad al Camino que nos traza Cristo.
Una fidelidad hecha de detalles, de amor, de ilu¬sión grande: como la de Santa María nuestra Madre.
Virgo fidelis, ora pro nobis.