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SEÑOR, ¿CÓMO ES TU REINO?
Muchos de los que rechazan el reinado de Cristo, lo hacen porque no le conocen, o por lo menos no le comprenden. No comprenden porque son profundamente misteriosas, aunque profundamente sencillas las palabras que Jesús dijo sobre su reino. El diálogo con Pilato muestra bien la resistencia e in¬comprensión del gobernador romano. Por eso, cuando le presentan a Cristo para que sea juzgado, Pilato intenta librarse de aquel, incidente difícil, arriesgado e incómodo para su posición política ante Roma y ante el pueblo judío. El gobernador de Judea sería quizá uno de esos políticos que busca subir por tener poco peso, y por actuar con la preocupación del demagogo, evitando situaciones comprometedoras, huyendo el enfrentamiento. Por eso su primera reacción, delante de Jesús, es la de remitir el caso para el pueblo, bullicioso y rebelde:
«Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra ley» (loh 18, 15). De este modo, pensaba que se vería libre de aquel Hombre que, en el fondo le inquietaba. Pero aquellos judíos tozudos, maniáticos, insistían, contestando:
-«No nos es lícito a nosotros matar a nadie».
Y Pilato, enfadado, desorientado, entra de nuevo en el pretorio, para preguntar a Jesús:
-«¿Eres tú el rey de los judíos?»
No quería entrometerse en aquella cuestión, que le parecía pertenecer al pueblo que él, romano, se veía obligado a gobernar, con tacto y prudencia. Y la verdad es que aquel Jesús que tenía delante, manso, sereno, con un señorío majestuoso y sencillo a la vez, que dominaba sin utilizar la fuerza, cuyas respuestas él no entendía, tampoco le parecía ser un enemigo del Imperio, un rival del poder, un posible Rey que condujera el pueblo a una revolución violenta. ¿Qué Rey y qué reinado tan peculiar serían aquéllos?
«¿Luego, tú eres rey? Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo. Si de este mundo fuera mi reino, mis ministros pelearían sin duda para que Yo no fuera entregado a los judíos; mas ahora mi reino no es de aquí».
La respuesta de Jesús es transparente. Sí, Jesucristo es Rey desde toda la eternidad. Así dice el Señor: Mas yo constituí mi rey sobre Sión, mi monte santo (Ps 2, 6). Es Rey de la Creación, Rey de todo el Universo desde siempre, porque Él es el Verbo Increado, la Sabiduría Infinita de Dios: «En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios y Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Todo fue hecho por El, y sin Él no se hizo nada de cuanto ha sido hecho. En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en las tinieblas, las tinieblas no la recibieron». Así empieza San Juan su Evangelio, porque el Verbo Encarnado es Cristo, Dios hecho Hombre, sin dejar de ser Dios. ¬Ese mismo Jesús que es presentado delante de Pilato es Rey, no sólo de los judíos, sino de todo el mundo creado. Es Rey y quiere reinar, quiere granjear súbditos para su reinado, pero muchos no le han entendido, porque su Reino «no es de este mundo».