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5 enero 2026

LA DIVINA MISERICORDIA

Beata María Faustina Kowalska
Extraído de su Diario sobre la Divina Misericordia.
+ Un secreto del alma. Vilna 1934
Una vez, cuando el confesor me mandó preguntar al Señor Jesús por el significado de los dos rayos que están en esta imagen; contesté que sí, que se lo preguntaría al Señor.
Durante la oración oí interiormente estas palabras: Los dos rayos significan la Sangre y el Agua. El rayo pálido simboliza el Agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas...
Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de Mi misericordia cuando Mi Corazón agonizante fue abierto en la cruz por la lanza.
Estos rayos protegen a las almas de la indignación de Mi Padre. Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos, porque no le alcanzará la justa mano de Dios. Deseo que el primer domingo después de la Pascua de Resurrección sea la Fiesta de la Misericordia.
Proclama que la misericordia es el atributo más grande de Dios. Todas las obras de Mis manos están coronadas por la misericordia.

Oh Dios, cuánto deseo que las almas Te conozcan, que sepan que las creaste por Tu amor inconcebible; oh Creador y Señor, siento que descorreré las cortinas del cielo para que la tierra no dude de Tu bondad.
Haz de mí, oh Jesús, una víctima agradable y pura delante del Rostro de Tu Padre. Oh Jesús, transfórmame miserable y pecadora, en Ti, ya que Tú puedes todo y entrégame a Tu Padre Eterno. Deseo transformarme en la hostia expiatoria delante de Ti, pero en una hostia no consagrada delante de los hombres; deseo que la fragancia de mi sacrificio sea conocida sólo por Ti. Oh Dios Eterno, arde en mí el fuego inextinguible de la súplica por Tu misericordia; siento y comprendo que ésta es mi tarea, aquí y en la eternidad. Tú Mismo me has ordenado hablar de esta gran misericordia Tuya y de Tu bondad.
Ahora comprendo que la confesión es solamente la declaración de los pecados y la dirección espiritual es [algo] completamente diferente, pero no quiero hablar de esto. Deseo relatar una cosa extraña que me sucedió por primera vez; cuando el confesor comenzó a hablarme, no comprendía ni una palabra suya. De pronto vi a Jesús crucificado que me dijo: Busca la fuerza y la luz en Mi Pasión. Terminada la confesión medité la tremenda Pasión de Jesús y comprendí que lo que yo sufría era nada en comparación con la Pasión del Creador y que cada imperfección, hasta la más pequeña, había sido la causa de aquella tremenda Pasión. Luego mi alma fue compenetrada por un gran arrepentimiento y sólo entonces sentí que estaba en el mar insondable de la misericordia de Dios. Oh, qué pocas palabras tengo para expresar lo que siento. Siento que soy como una gota de rocío absorta por el profundo océano sin límites de la misericordia de Dios.