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29 diciembre 2025

LA DIVINA MISERICORDIA

Beata María Faustina Kowalska
Extraído de su Diario sobre la Divina Misericordia.
La oración durante la Santa Misa en el día de los votos perpetuos. Hoy dejo mi corazón en la patena donde está colocado Tu Corazón, Jesús, y hoy me ofrezco junto a Ti, a Dios, Padre Tuyo y mío, como víctima de amor y de adoración. Padre de misericordia, mira la ofrenda de mi corazón, pero a través de la herida del Corazón de Jesús.
La unión con Jesús en el día de los votos perpetuos. Oh Jesús, Tu Corazón desde hoy es mi propiedad y mi corazón es Tu propiedad exclusiva. El simple recuerdo de Tu Nombre, Jesús, es una delicia para mi corazón. De verdad, no podría vivir ni un instante sin Ti, oh Jesús. Hoy mi alma está anegada en Ti, como en su único tesoro. Mi amor no conoce impedimentos en dar pruebas a su Dilecto.
Las palabras del Señor Jesús durante los votos perpetuos: Esposa Mía, nuestros corazones están unidos por la eternidad. Recuerda a quién [te] has consagrado... no es posible referir todo.
Mi petición [hecha] en el momento cuando me postré en cruz bajo el paño fúnebre, Rogué al Señor que me concediera la gracia de no ofenderle nunca, con ningún pecado, ni el más pequeño, ni tampoco con una imperfección, voluntaria y conscientemente.
El paño funeral, un gran trozo de tela negra con una cruz blanca en el centro que se usaba para cubrir el féretro. Según el ritual de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, antes de hacer los votos perpetuos, es decir, antes de leer la fórmula de la profesión, las hermanas se postraban en cruz delante del altar y se las cubría con este paño fúnebre en señal de que habían muerto para el mundo. Al mismo tiempo las hermanas que presenciaban la ceremonia rezaban en voz alta el Salmo 129 (De Profundis), y las campanas tocaban como durante un entierro. El celebrante, generalmente un obispo, rociaba con agua bendita a las hermanas postradas en cruz debajo del paño y después decía: “Levántense las que están muertas al mundo, y Jesucristo las iluminará...”
Jesús, en Ti confío. Jesús, Te amo con todo el corazón.
En los momentos más difíciles Tú eres mi Madre.
Por amor hacia Ti, oh Jesús, yo muero hoy completamente para mí misma y empiezo a vivir para la mayor gloria de Tu santo Nombre.
+ El amor. Por amor, oh Santísima Trinidad, me ofrezco a Ti como víctima de adoración, como holocausto de mi total anonadamiento y con este anonadamiento de mí misma, deseo la exaltación de Tu Nombre, oh Señor. Como un pequeñito pimpollo de rosa me arrojo a Tus pies, oh Señor; que el perfume de esta flor sea conocido solamente por Ti.
Siento muy bien que mi misión no terminará con mi muerte, sino que empezará. Oh almas que dudan, les descorreré las cortinas del cielo para convencerlas de la bondad de Dios, para que ya no hirieran más el Dulcísimo Corazón de Jesús con desconfianza. Dios es Amor y Misericordia.