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27 noviembre 2025

Erección del Opus Dei como prelatura por la bula Ut sit en 1982

Se hace pública la noticia de la Erección de la Obra, por Juan Pablo II mediante la Constitución Apostólica Ut sit, en Prelatura Personal. En todos los Centros del mundo se abrió un sobre -siendo las 12:00 am en Roma-, en el que se podía leer la nota por la que el Padre nos comunicaba la noticia y otros pormenores. El viernes 26 el Padre había terminado una novena de romerías pidiendo por la intención especial. Ya en las últimas horas del viernes, por algunos medios informativos vaticanos, comenzó a correr la voz de que a la mañana siguiente se entregaría el documento de erección de la Obra en Prelatura Personal. Don Álvaro reunió a los de Villa Tevere en el Oratorio de Santos Apóstoles al filo de las doce y dijo: "Dios Nuestro Señor ha oído tanta oración, ha acogido tanto sacrificio por la intención especial de nuestro Padre, y ha puesto la última piedra. No la hemos colocado nosotros: es el Señor quine lo ha hecho todo. Si hemos perseverado rezando, es porque Él nos ha ayudado". Inmediatamente invitó a todos a rezar las Preces, y al llegar a la oración por el Romano Pontífice, repitió por tres veces la invocación: Oremus pro Beatísimo Papa nostro Ioanne Paulo... Luego comentaría: "Cuando empezamos a rezar las Preces me acordé de lo que hizo san Josemaría al recibir la primera aprobación del Obispo de Madrid, en el año 1941. Reunió a sus hijos, nos dio la noticia y después rezamos juntos las Preces, las dirigió el Padre y, al llegar al oremus pro Antistite nostro Leopoldo -antes se decía el nombre del ordinario del lugar-, lo rezó tres veces, en señal de agradecimiento. Yo me acordé de aquel episodio de hace más de cuarenta años y quise imitar a nuestro Fundador, repitiendo por tres veces: oremus pro beatissimo Papa nostro Ioanne Paulo". Entre otras, don Álvaro cosas dispuso que en todos los Centros hubiera un Solemne Triduo de acción de gracias, por lo que por tres días hubo Misa y Bendición Solemne con Te Deum. También dispuso don Álvaro que en lo que quedaba de 1982 y durante todo 1983 todos ofrecieran la Misa, la Comunión, el Rosario, el trabajo y las mortificaciones en acción de gracias por los dones recibidos por la solución de la intención especial. También dispuso que todos hicieran tres romerías a Santuarios de la Virgen: la primera al recibir la noticia, otra durante la estancia del Padre en México (que fue en abril-mayo de 1983). También nos pidió el Padre que, de ser posible, todos enviáramos a Juan Pablo II una carta o un telegrama agradeciendo la solución jurídica definitiva del Opus Dei. Llegaron al Vaticano miles y miles de cartas. "Han sido -contaba don Álvaro en la tertulia del 28-XI en Villa Tevere- tantas horas y tantos años de trabajo, hecho con amor de Dios; tantas horas y tantos años de oración, de pequeñas y grandes mortificaciones, de aceptar con alegría las enfermedades y recibir con amor la misma muerte: los dolores de la separación del alma y el cuerpo, el sufrimiento de dejar en la tierra a los seres queridos... ¡Cuánto tesoro! Hemos calculado por encima de lo que humanamente se puede calcular, y se lo hemos hecho saber al Papa. Se ha emocionado: ¡millares y millares de Misas, millones de Rosarios...! Todo eso, ¿para qué? Para mover el Corazón de Dios (...) En los últimos años de su vida, decía san Josemaría: he ofrecido a Dios el sacrificio de no ver realizada en la tierra la intención especial; y lo ofrezco para que las hijas mías y los hijos míos que la vean sean más santos". Refiriéndose al trabajo que ha supuesto, el Padre contaba en una tertulia en Alemania el 8-XII-82: "Os digo con mucha alegría que el Papa ha estudiado todo con detenimiento, hasta la última coma de los Estatutos y de los Decretos. Me lo contaba el Cardenal Prefecto para la Sagrada Congregación de Obispos. El Santo Padre le recibía los sábados por la tarde, y habitualmente hablaban del Opus Dei". En otra tertulia en Zurich el 9-XII-82, don Álvaro se refirió al Papa: "Cuando ya lo había estudiado todo, y había decidido erigir la Obra en Prelatura personal faltaba fijar la fecha en que se haría pública la Declaración de la Sagrada Congregación para los Obispos. Conociendo la tierna devoción mariana del Papa, el Cardenal Baggio le sugirió: Santo Padre, en este mes hay algunas fiestas de la Virgen, muy bonitas... Y Juan Pablo II le contestó: no se trata de eso; para fijar la fecha, necesito del empujón de Dios".