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Día 9.-ADORACION DE LOS PASTORES Y LOS MAGOS (San Lucas, 2 8-20 y San Mateo, 2 1-12)
Al nacer el Niño Jesús, la Virgen María, llena de gozosa emoción, le adoró como a su Dios y Señor, pero con ternura inenarrable le amó y le estrechó entre sus brazos como Madre. En esa misma adoración y ternura material le, acompaña su santísimo Esposo San José.
Al mismo tiempo los ángeles anunciaban a unos pastores la «buena nueva» de Belén: el nacimiento del Hijo de Dios, del Rey de los judíos. Los pastores, presurosos, acudieron a la cueva y lo encontraron con su Madre. Homenaje sencillo y tierno en aquella adoración de los pastores.
Mientras, en tierras lejanas de Oriente, una estrella guía a unos Magos hacia Belén. Superadas todas las dificultades, también encuentran al Niño en los brazos de la Santísima Virgen. Su ofrenda de oro, incienso y mirra es un símbolo de su adoración al Niño Rey, Dios y Hombre.
Para encontrar a Jesús el camino más corto y seguro es el de la Virgen. A Jesús siempre se va por María
Flor espiritual para mañana: Hacer varios sacrificios pequeños en las comidas y ofrecerlos a Jesús por medio de María.