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Día 14.-LOS DOLORES DE LA VIRGEN (San Juan 19, 25-27)
El Evangelista San Juan anota estremecido «junto a la Cruz de Jesús estaba su Madre». Cuando todos huyen y se esconden, María sigue junto a su Hijo. Allí estaba traspasada el alma por la amargura de los padecimientos de su Pasión y Muerte... los insultos, los azotes, las espinas y los clavos, la ingratitud de la humanidad, los pecados de los hombres. Todo son espadas de dolor que atraviesan su Corazón materno. El anciano Simeón no se había equivocado.
En esos momentos del «poder de las tinieblas» recibe el encargo especial de su Hijo de convertirse en nuestra Madre, en Madre de la Iglesia. «La Madre de Dios es mi Madre» repetía frecuente-mente San Estanislao de Kostka. Ella espera de nosotros, sus hijos, cariño filial, amor, reparación, desagravio por tantos pecados que en la Cruz pusieron a su Jesús.
Flor espiritual para mañana: Hacer el ejercicio del Vía Crucis.