-
I. El sábado, un día dedicado a la Virgen. Honrarla especialmente y meditar sus virtudes.
Hoy, sábado, es un día apropiado para que meditemos la vida de fe de la Virgen y le pidamos su ayuda para crecer más y más en esta virtud teologal. Desde los primeros siglos, los cristianos han dedicado este día de la semana a honrar de modo muy particular a Nuestra Señora. Algunos teólogos, antiguos y recientes, señalan razones de conveniencia para honrar en este día a nuestra Madre del Cielo. Entre otras, porque el sábado fue para Dios el día de descanso, y la Virgen fue aquella en la que -como escribe San Pedro Damián- «por el misterio de la Encarnación, Dios descansó como en un lecho sacratísimo»; el sábado es también preparación y camino del domingo, símbolo y signo de la fiesta del Cielo, y la Virgen Santísima es la preparación y el camino hacia Cristo, puerta de la felicidad eterna. Santo Tomás señala que dedicamos el sábado a nuestra Madre porque «conservó en ese día la fe en el misterio de Cristo mientras Él estaba muerto». Y además está el argumento de amor: los cristianos necesitamos un día particular para honrar a Santa María.
Desde muy antiguo, en iglesias, capillas, ermitas y oratorios se reza o se canta la Salve, u otras preces marianas, en la tarde del sábado. Y muchos cristianos procuran esmerarse este día en honrar a la Reina del Cielo: escogen una jaculatoria para repetírsela muchas veces en el día, hacen una visita a alguna persona enferma o sola o necesitada, ofrecen una mortificación que marca ese día mariano, acuden a rezar a alguna ermita o iglesia dedicada a la Virgen, ponen más atención en las oraciones que le dirigen: Santo Rosario, Ángelus o Regina Coeli, la Salve...
Existen muchas devociones marianas, y el cristiano no tiene por qué vivirlas todas, pero «no posee la plenitud de la fe quien no vive alguna de ellas, quien no manifiesta de algún modo su amor a María.
»Los que consideran superadas las devociones a la Virgen Santísima, dan señales de que han perdido el hondo sentido cristiano que encierran, de que han olvidado la fuente de donde nacen: la fe en la voluntad salvadora de Dios Padre, el amor a Dios Hijo que se hizo realmente hombre y nació de una mujer, la confianza en Dios Espíritu Santo que nos santifica con su gracia».
«Si buscas a María, encontrarás "necesariamente" a Jesús, y aprenderás -siempre con mayor profundidad- lo que hay en el Corazón de Dios». Consideremos cómo vivimos el sábado habitualmente, y si tenemos específicos detalles de cariño hacia la Virgen.
F.F. CARVAJAL