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24 febrero 2026

LA AYUDA DE LOS ANGELES CUSTODIOS

I. Existencia de los ángeles custodios. Devoción de los primeros cristianos.
San Mateo termina la narración de las tentaciones de Nuestro Señor con este versículo: Entonces lo dejó el diablo, y los ángeles vinieron y le servían.
«Contemplemos un poco esta intervención de los ángeles en la vida de Jesús, porque así entenderemos mejor su papel -la misión angélica en toda vida humana. La tradición cristiana describe a los Angeles Custodios como a unos grandes amigos, puestos por Dios al lado de cada hombre, para que le acompañen en sus caminos. Y por eso nos invita a tratarlos, a acudir a ellos.
»La Iglesia, al hacernos meditar estos pasajes de la vida de Cristo, nos recuerda que, en el tiempo de Cuaresma, en el que nos reconocemos pecadores, llenos de miserias, necesitados de purificación, también cabe la alegría. Porque la Cuaresma es simultáneamente tiempo de fortaleza y de gozo: hemos de llenarnos de aliento ya que la gracia del Señor no nos faltará, porque Dios estará a nuestro lado y enviará a sus Angeles, para que sean nuestros compañeros de viaje, nuestros prudentes consejeros a lo largo del camino, nuestros colaboradores en todas nuestras empresas».
«La Sagrada Escritura y la Tradición llaman propiamente ángeles a aquellos espíritus puros que en la prueba fundamental de libertad han elegido a Dios, su gloria y su reino». A ellos les está encomendada la tutela de los hombres. ¿Por ventura -se lee en la Epístola a los Hebreos- no son todos ellos unos espíritus que hacen el oficio de servidores o ministros en favor de aquellos que deben ser los herederos de la salud?
Es doctrina común que todos y cada uno de los hombres, bautizados o no, tienen su Angel Custodio. Su misión comienza en el momento de la concepción del hombre y se prolonga hasta el momento de su muerte. San Juan Crisóstomo afirma que todos los ángeles custodios concurrirán al juicio universal para «dar testimonio ellos mismos del ministerio que ejercieron por orden de Dios para la salvación de cada hombre».
En los Hechos de los Apóstoles encontramos numerosos pasajes en que se manifiesta la intervención de estos santos ángeles, y también la confianza con que eran tratados por los primeros cristianos.
Esta veneración y confianza en los ángeles por parte de nuestros primeros hermanos en la fe, se pone especialmente de relieve en la liberación de San Pedro de la cárcel: Un ángel del Señor se presentó en el calabozo de Pedro, que quedó iluminado; y golpeando a Pedro en el costado, le despertó diciendo: «Levántate pronto»; y se cayeron las cadenas de sus manos. El ángel añadió: «Cíñete y cálzate las sandalias». Hízolo así. Y agregó: «Envuélvete en tu manto y sígueme».
Y Pedro, libre ya, se encaminó a casa de María, madre de Marcos, donde muchos estaban congregados en oración.
Golpeó la puerta del vestíbulo y salió una sierva llamada Rode, que, luego que conoció la voz de Pedro, fuera de sí de alegría, sin abrir la puerta, corrió a anunciar que Pedro estaba en el vestíbulo. Ellos dijeron: «Estás loca». Insistía ella en que era así: y entonces dijeron: «será su ángel». Este relato nos muestra el gran cariño que sentían por Pedro y la naturalidad de la fe en los ángeles custodios que tenían los primeros fieles. «Mira con qué confianza trataban a sus Custodios los primeros cristianos.
»-¿Y tú?».
Nosotros hemos de tratarles también con naturalidad y confianza, y nos asombraremos muchas veces del auxilio que nos prestan, para vencer en las luchas contra el maligno. «Estamos bien ayudados por los ángeles buenos, mensajeros del amor de Dios, a los cuales, enseñados por la tradición de la Iglesia, dirigimos nuestra oración: "Angel de Dios, que eres mi custodio, ilumíname, custódiame, rígeme y gobiérname, ya que he sido confiado a tu piedad celeste. Amén"».
F.F. CARVAJAL