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5 octubre 2026

TEMPORAS DE ACCION DE GRACIAS Y DE PETICION

En este día, la Iglesia nos invita a que hagamos balance de los muchos beneficios que hemos recibido de Dios, para darle gracias, y recuento de lo mucho que necesitamos en el orden espiritual y en el material, para pedirlo a nuestro Padre Dios, siempre dispuesto a concedernos lo que necesitamos.

I. Ser agradecidos. Imitar al Señor.
Coronarás el año con tus bienes, Señor, y serás la esperanza del confín de la tierra.
Las Témporas son días de acción de gracias y de petición que la Iglesia ofrece a Dios, terminados la recolección de las cosechas y el período anual que muchos tienen de descanso. Es también un día propicio de petición de ayuda al Señor para recomenzar de nuevo en las actividades del trabajo normal y también en la vida interior de cada uno.
Agradecer y pedir son dos modos de relacionarnos diariamente con nuestro Padre Dios. Es mucho lo que necesitamos; es mucho lo que debemos agradecer. En primer lugar, hemos de ser conscientes de los dones del Señor, «porque si no conocemos qué recibimos, no despertamos al amor». No sabremos amar si no somos agradecidos. Ten cuidado, no te olvides del Señor leemos en la Primera lectura de la Misa... No sea que cuando comas hasta hartarte, cuando te edifiques casas hermosas y las habites, cuando críes tus reses y ovejas, aumentes tu plata y tu oro, y abundes de todo, te vuelvas engreído y te olvides del Señor tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que te sacó agua de una roca de pedernal.
La vida de Jesús, nuestro Modelo, es una continua acción de gracias al Padre. Con motivo de la resurrección de Lázaro, exclamará Jesús: Padre, te doy gracias porque me has escuchado. En la multiplicación de los panes, Jesús tomó los panes y, dando gracias, dio a los que estaban recostados, e igualmente los peces... En la institución de la Eucaristía, antes de pronunciar las palabras sobre el pan y el vino, el Señor dio gracias. Y así, en incontables ocasiones. Por eso, «podemos decir afirma el Papa Juan Pablo II que su oración, y toda su existencia terrena, se convirtió en revelación de esta verdad fundamental enunciada por la Carta de Santiago: Todo don bueno y toda dádiva perfecta viene de arriba, desciende del Padre de las luces... (Sant 1, 17)». La acción de gracias «es como una restitución, porque todo tiene en Él su principio y su fuente. Gratias agamus Domino Deo nostro: es la invitación que la Iglesia pone en el centro de la liturgia eucarística». Nada hay más justo y necesario que dar gracias al Señor todos los días de nuestra vida, sin olvidar que «la mayor muestra de agradecimiento a Dios es amar apasionadamente nuestra condición de hijos suyos». Hoy, la Iglesia nos lo recuerda especialmente.