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I. Ser cristianos coherentes en todas las situaciones de nuestra vida.
El proceso contra Esteban desencadena una grave persecución contra la Iglesia. En la lectura de la Misa de hoy se narra su actividad apostólica y su martirio: En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Contra él se utilizarán los mismos medios, y casi las mismas palabras, que se emplearon contra Jesús: Le hemos oído decir - aseguran los falsos testigos- que ese Jesús de Nazaret destruirá el templo y cambiará las tradiciones que recibimos de Moisés. Esteban proclamó con valentía su fe en Jesús resucitado. Y es ejemplo para nosotros -aunque el Señor no nos pida el martirio- de vida cristiana coherente: con naturalidad y claridad, sin detenernos ante los falsos escándalos, ni ante el qué dirán. Debemos contar con ambientes en los que alguna vez nos mirarán torcidamente, porque no entienden un comportamiento cristiano, ni muchas de las amables exigencias de la doctrina de Cristo. Debemos imitar entonces al Señor y a quienes le fueron fieles, incluso hasta dar la vida por Él, si fuera necesario, actuando con serenidad, llevando una vida cristiana con todas sus consecuencias. Sin duda, sería más cómodo el adaptarse a esas situaciones y estilos de vida paganizados, pero ya no podríamos decir que queremos ser discípulos fieles de Jesús. Estas situaciones, en las que tendremos que echar mano de la firmeza de carácter y de la fortaleza en la fe, pueden darse en la Universidad, en el trabajo, en el lugar donde pasamos unos días de descanso con la familia, etcétera.
«En sus actuaciones públicas, los cristianos deben inspirarse en los criterios y objetivos evangélicos vividos e interpretados por la Iglesia. La legítima diversidad de opiniones en los asuntos temporales no debe impedir la necesaria coincidencia de los cristianos en defender y promover los valores y proyectos de vida derivados de la moral evangélica». El cristiano debe rechazar el miedo de parecer chocante si, por vivir como discípulo fiel del Señor, su conducta es mal interpretada o claramente rechazada. Quien ocultara su personalidad cristiana en medio de un ambiente de costumbres paganas, se doblegaría por respetos humanos, y sería merecedor de aquellas palabras de Jesús: Quien me niegue ante los hombres, Yo también le negaré ante mi Padre que está en los cielos.
«¿Sabéis cuál es la primera tentación que el demonio presenta a una persona que ha comenzado a servir mejor a Dios? -pregunta el Santo Cura de Ars-. Es el respeto humano». ¿Cómo es nuestro comportamiento con los amigos, en el trabajo, en una reunión social? ¿Mostramos con valentía y sencillez nuestra condición de hijos de Dios?
F.F. CARVAJAL