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San Josemaría. En diálogo con el Señor (ed. crítica)
8ª. LOS PASOS DE DIOS (14/II/1964) (5 de 5)
4f Cuando estaba comido de preocupaciones, ante el dilema de si debía pasar, o no, durante la guerra civil española, de un lado a otro, en medio de aquella persecución, huyendo de los comunistas, viene otra prueba externa: esa rosa de madera. Cosas así: Dios me trata como a un niño desgraciado al que hay que dar pruebas tangibles, pero de modo ordinario.
4f «esa rosa de madera»: otro suceso bien conocido de la biografía de san Josemaría (cfr. AVE II, p. 184 y ss.). Alude a la rosa de madera estofada que encontró en la iglesia de Pallerols, el 22 de noviembre de 1937, durante el paso de los Pirineos, huyendo de la persecución religiosa. El hallazgo fue para él una prueba de que esa fuga era grata a Dios.
4g Así, por procedimientos tan ordinarios, Jesús, Señor Nuestro, el Padre y el Espíritu Santo, con la sonrisa amabilísima de la Madre de Dios, de la Hija de Dios, de la Esposa de Dios, me han hecho ir para adelante siendo lo que soy, un pobre hombre, un borrico que Dios ha querido coger de su mano: «Ut jumentum factus sum apud te, et ego semper tecum».
4g Así, por procedimientos tan ordinarios ... et ego semper tecum. Med 1970,5,117-118. || adelante siendo lo que soy: Medl970,5,11 8 ] adelante, siendo lo que soy, Crol976,857-858 EdcS,75.
4h Un sacerdote ha criticado recientemente Camino diciendo que él no es el cacharro de la basura, que el cuerpo ha de resucitar. No se acuerda de lo que escribe San Pablo: «Todas las cosas las miro como basura», y en otro lugar: «Somos tratados como las heces del mundo, como la escoria de todos». Y las muchas veces que enseña la Escritura Santa que somos de barro, formados del polvo de la tierra. A mí el Señor me lo hizo entender muy claro, de modo que ni siquiera el cubo, sino lo que hay dentro del cubo: eso es lo que me siento. Perdón, Señor, perdón.
4h «ni siquiera el cubo, sino lo que hay dentro del cubo»: está haciendo un juego de palabras con lo que se afirma en el n. 592 de Camino: «No olvides que eres... el depósito de la basura. —Por eso, si acaso el Jardinero divino echa mano de ti, y te friega y te limpia... y te llena de magníficas flores..., ni el aroma ni el color, que embellecen tu fealdad, han de ponerte orgulloso. / -Humíllate: ¿no sabes que eres el cacharro de los desperdicios?».
La transcripción añade algún detalle más: parece que se trataba de un sacerdote americano que había rechazado publicar algunos libros —entre ellos Camino- de una editorial irlandesa en la que trabajaban algunas personas de la Obra. No aceptaba la rotunda afirmación de humildad que san Josemaría hace en el n. 592: «Este pobre americano -se lee en la transcripción-, no lo entiende. Y a mí me lo hizo entender el Señor muy claro. Y la pobre conversa Irene de Orange, calvinista de siglos, tiene todos los días Camino en sus manos y se sentía el cubo de la basura. Yo, ni eso: lo de dentro del cubo, me siento. Perdón, Señor, perdón», m640214-20.
La princesa Irene de Orange-Nassau, a la que se refiere en la transcripción, había hecho pública su conversión al catolicismo unas semanas antes, el 29 de enero de 1964, durante un viaje por España (cfr. ABC [30-1-1964], p. 31). Por lo que se lee en la transcripción, tenía un ejemplar de Camino.
5a Vamos a terminar. Llegó el 14 de febrero de 1943. No había manera de encontrar la solución jurídica adecuada para nuestros sacerdotes. Mientras arreciaba la persecución –no hay otra palabra en el diccionario para expresar lo que ocurría , en la que ya no era el cacharro de la basura, sino la escupidera de todo el mundo. Cualquiera se sentía con derecho a escupir sobre este pobre hombre; y es verdad que tenían derecho y lo siguen teniendo, pero lo ejercitaban los que se llamaban buenos y los que no lo eran tanto.
5b Vuestros hermanos eran unos santos todos; pero yo elegí para el sacerdocio a tres que económicamente ayudaban mucho... Y otra vez en la Misa, el Señor me hizo ver la solución, con otra prueba tangible: lo que llamamos el sello, y el nombre de Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz. No se enteró nadie, excepto Álvaro, a quien se lo conté enseguida, y dibujé el sello.
5b «yo elegí para el sacerdocio a tres que económicamente ayudaban mucho...»: se trataba de los tres primeros miembros del Opus Dei que recibieron la ordenación sacerdotal: Álvaro del Portillo, José María Hernández Garnica y José Luis Múzquiz. Los tres eran ingenieros y por su trabajo profesional obtenían buenos ingresos, que ayudaban a la Obra en aquellos momentos de escasez de medios.
«el Señor me hizo ver la solución»: remite a una nueva luz fundacional, el 14 de febrero de 1943, que abriría las puertas del sacerdocio en el Opus Dei y a su primera aprobación por parte de la Santa Sede. En esos momentos, san Josemaría vio también el sello de la Obra (una circunferencia con una cruz en el centro) que representa, en sus propias palabras, «el mundo y, metida en la entraña del mundo, la Cruz» (AVP II, p. 609).
5c Hijos míos, ¿qué os quiero decir? Que demos gracias a Dios Nuestro Señor, que lo ha hecho todo muy bien, porque yo no he sido nunca el instrumento apropiado. Pedid al Señor conmigo que a todos, por los méritos e intercesión de su Madre, que es la Madre nuestra, nos haga instrumentos buenos y fieles.