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23 julio 2025

En diálogo con el Señor (1ª parte)

San Josemaría. En diálogo con el Señor (ed. crítica)

9ª. EL CAMINO NUESTRO EN LA TIERRA (26/XI/1967) (2 de 5)
3a ¿Y cómo hacemos nuestra esa vida? Siguiendo el camino que nos enseña la Virgen Santísima, nuestra Madre: una senda muy amplia, pero que, necesariamente, pasa a través de Jesús.
3b A todas las madres de la tierra les ilusiona sentirse queridas por sus hijos, pero todas nos han enseñado a decir antes papá que mamá. Tengo una experiencia reciente: en Pamplona, en una de aquellas reuniones con tantos centenares de personas, cogí en brazos a uno de los niños que me entregaban para que los bendijera, y lo levanté por encima de mi cabeza. Llevaba un chupete en la boca y, al sentirse elevado, lo soltó complacido y se le escapó un grito: ¡papá! Por lo visto, su padre hacía lo mismo que hice yo con él.

3b «Tengo una experiencia reciente»...: incisos como este son característicos de la predicación de san Josemaría: una anécdota o un ejemplo gráfico que hacen sonreír a sus oyentes, quitando solemnidad a unas afirmaciones muy profundas que acaba de hacer. Es una muestra también de su forma de entender el trato con Dios, donde lo sublime no está reñido con lo más humano y simpático, y hablar de la vida contemplativa no desentona con mencionar la reacción divertida de un niño. También esto le sirve para hablar con Dios.
3c Así nosotros, hijos míos, para llegar a Dios hemos de tomar el camino justo, que es la Humanidad Santísima de Cristo. Por eso he regalado desde el principio tantos libros de la Pasión del Señor: porque es cauce perfecto para nuestra vida contemplativa. Y por eso está también dentro de nuestro espíritu –y la procuramos alcanzar cada día- la contemplación del Santo Rosario, en todos los misterios: para que se meta en nuestra cabeza y en nuestra imaginación, con el gozo, el dolor y la gloria de Santa María, la vida ¡pasmosa! Del Señor, en sus treinta años de oscuridad..., en sus tres años de vida pública..., en su Pasión afrentosa y en su gloriosa Resurrección.
3d También cuando nosotros nos damos a Dios de veras, cuando nos dedicamos al Señor, a veces Él permite que vengan el dolor, la soledad, las contradicciones, las calumnias, las difamaciones, las burlas, por dentro y por fuera: porque quiere conformarnos a su imagen y semejanza, y hace quizá que nos llamen locos y nos tengan por necios.

3d «cuando nos dedicamos al Señor»: después de estas palabras, se lee en la transcripción m671126-A y en la grabación, un inciso que -a nuestro juicio— aporta un dato histórico interesante: «Yo antes decía: cuando nos consagramos, pero... han cambiado el sentido de la palabra. Han querido darle un sentido canónico que no tenía. No me interesa». Durante años, para expresar la plena decisión de vida cristiana que implica la pertenencia al Opus Dei, el compromiso radical de llevar adelante una misión divina, empleó a veces la palabra consagración, dándole un sentido genérico. A lo largo de los siglos, hablar de “consagración” no implicaba necesariamente referirse al estado religioso. Significaba el compromiso de hacer algo por Dios y de pertenecerle: baste pensar en la popularidad que tuvieron las consagraciones al Sagrado Corazón, al Corazón inmaculado de María, a san José... y otras semejantes. En esa misma línea, el Concilio Vaticano II ha recordado que todos los cristianos están “consagrados” por el Bautismo (cfr. Lumen gentium, n. 10). Aun así, san Josemaría terminó por abandonar esa terminología, cuando percibió que podía dar lugar a equívocos, y que se podía confundir la vida en el Opus Dei con la ‘vida consagrada”, que es como pasó a denominarse la pluralidad de formas del estado religioso. Su decisión se sitúa en el contexto de la defensa del carisma laical de la Obra y del itinerario jurídico del Opus Dei. Ver nota a 16.2f.
3e Entonces, al admirar la Humanidad Santísima de Jesús, vamos descubriendo una a una sus Llagas; y en esos momentos de purgación pasiva, dolorosos, fuertes, de lágrimas ¡dulces y amargas! Que procuramos esconder, nos sentimos inclinados a meternos dentro de cada una de aquellas Llagas, para purificarnos, para gozarnos con esa Sangre redentora, para fortalecernos. Vamos allí como las palomas que, al decir de la Escritura8, se esconden en los agujeros de las rocas a la hora de la tempestad.
3e «vamos descubriendo una a una sus Llagas»: sobre la devoción a las Llagas de Cristo, ver introducción a esta meditación.
3f Cuando la carne quiere recobrar sus fueros perdidos o la soberbia, que es peor, se encabrita, ¡a las Llagas de Cristo! Ve como más te conmueva, hijo, como más te conmueva; mete en las Llagas del Señor todo ese amor humano... y ese amor divino. Que esto es buscar la unión, sentirse hermano de Cristo, consanguíneo suyo, hijo de la misma Madre, porque es Ella la que nos ha llevado hasta Jesús.
3f «mete en las Llagas del Señor»: en la grabación dice «métete en la Llaga del costado. Es amor humano y es amor divino. Es buscar la unión...». Un poco más adelante (9.5e) vuelve a retomar esta idea: «Refugiarse en el Costado de Cristo».