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25 junio 2025

En diálogo con el Señor (1ª parte)

San Josemaría. En diálogo con el Señor (ed. crítica)

8ª. LOS PASOS DE DIOS (14/II/1964) (3 de 5)
3e Un buen día le dije a mi padre que quería ser sacerdote: fue la única vez que le vi llorar. Él tenía otros planes posibles, pero no se rebeló. Me dijo: —Hijo mío, piénsalo bien. Los sacerdotes tienen que ser santos... Es muy duro no tener casa, no tener hogar, no tener un amor en la tierra. Piénsalo un poco más, pero yo no me opondré. Y me llevó a hablar con un sacerdote amigo suyo, el abad de la colegiata de Logroño.
3e «Es muy duro no tener casa»: en alguna ocasión, refirió que en esto su padre se equivocaba, porque «no podía imaginarse lo que sería la vida del fundador del Opus Dei, rodeado del cariño humano y sobrenatural de sus hijos espirituales; y también en el sentido de que un sacerdote enamorado de Dios jamás siente soledad, pues va siempre acompañado de su Amor», AVP I, p. 101.
3f Aquello no era lo que Dios me pedía, y yo me daba cuenta: no quería ser sacerdote para ser sacerdote, el cura que dicen en España. Yo tenía veneración al sacerdote, pero no quería para mí un sacerdocio así.
3f «el cura que dicen en España»: es decir, el sacerdote secular por antonomasia, generalmente destinado a la atención pastoral de alguna parroquia. Por el contexto, se estaría quizá refiriendo a la figura del clérigo con pocas aspiraciones de santidad, rutinariamente instalado en su status.
3g Pasó el tiempo, y sucedieron muchas cosas duras, tremendas, que no os digo porque a mí no me causan pena, pero a vosotros sí que os la darían. Eran hachazos que Dios Nuestro Señor daba para preparar —de ese árbol— la viga que iba a servir, a pesar de ella misma, para hacer su Obra. Yo, casi sin darme cuenta, repetía: Domine, ut videam!, Domine, ut sit! No sabía lo que era, pero seguía adelante, adelante, sin corresponder a la bondad de Dios, pero esperando lo que más tarde habría de recibir: una colección de gracias, una detrás de otra, que no sabía cómo calificar y que llamaba operativas, porque de tal manera dominaban mi voluntad que casi no tenía que hacer esfuerzo. Adelante, sin cosas raras, trabajando sólo con mediana intensidad... Fueron los años de Zaragoza.
3g Pasó el tiempo, y sucedieron muchas cosas duras ... Fueron los años de Zaragoza. Crol975,222. || el tiempo, Crol975,222 ] el tiempo Crol976,856 EdcS,72 || intensidad... Crol975,222 ] intensidad. Crol976,856.
«Domine, ut videam!, Domine, ut sit!»: «¡Señor, que vea!», «¡Señor, que sea!». Son jaculatorias que compuso en esos años -la primera tomada del ciego del Evangelio: cfr. Le 18, 41- para conocer la voluntad de Dios y pedir su efectivo cumplimiento. Cfr. AVPI, pp. 100 y ss.
3h Domine, ut sit!-, y también. Domina, ut sit! Hoy es un día de acción de gracias. Porque el Señor ha tenido mucha paciencia conmigo, y, desde el punto de vista sobrenatural, me ha hecho santificar a los que tenía a mi alrededor. Y yo estoy como estoy, en esta fecha.
3h «Domina, ut sit!»: muchos años más tarde tuvo una prueba material de esa oración suya, cuando le hicieron llegar una imagen de la Virgen del Pilar que le había pertenecido en Zaragoza y en cuya base había grabado esta misma invocación, con la fecha de 1924. Es una pequeña escultura de escayola que está expuesta en Roma, en la sede central del Opus Dei, en una vitrina con recuerdos de san Josemaría.
4a Y llegó el 2 de octubre de 1928. Yo hacía unos días de retiro, porque había que hacerlos, y fue entonces cuando vino al mundo el Opus Dei. Aún resuenan en mis oídos las campanas de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, festejando a su Patrona. El Señor, «ludens... omni tempore, ludens in orbe terrorum», que juega con nosotros como un padre con sus niños pequeños, sabe que ya no seamos criaturas de poca edad, viendo mi resistencia y aquel trabajo entusiasta y débil a la vez, me dio la aparente humildad de pensar que podría haber en el mundo cosas que no se diferenciaran de lo que El me pedía. Era una cobardía poco razonable; era la cobardía de la comodidad, y la prueba de que a mí no me interesaba ser Fundador de nada.
4a Y llegó el 2 de octubre de 1928. ... la prueba de que a mí no me interesaba ser Fundador de nada. Crol975,225 ||| Nuestra Señora EdcS,73 ] Santa María Crol975,225 Cro1976,85C5 || El Señor, «ludens... Crol975,225 ] El Señor «ludens... Crol976,856 EdcS,73 || Fundador de nada. Crol975,225 ] fundador de nada... Crol976,856 EdcS,72.
« Y llegó el 2 de octubre de 1928»: san Josemaría estaba realizando los ejercicios espirituales preceptuados para el clero de la diócesis de Madrid, en la Casa Central de los Paúles, situada en la calle García de Paredes. La parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles se encuentra a 1,2 km en línea recta, en la calle Bravo Murillo 93. El sonido de esas campanas fue siempre para él un recuerdo sensible de la inspiración interior que Dios le comunicó al hacerle ver el Opus Dei. Por eso, solía evocarlo, como en esta ocasión, cuando rememoraba el nacimiento de la Obra. El 2 de octubre de 1931, por ejemplo, escribía: «Hoy hace tres años (recibí la iluminación sobre toda la Obra, mientras leía aquellos papeles. Conmovido me arrodillé -estaba solo en mi cuarto, entre plática y plática— di gracias al Señor, y recuerdo con emoción el tocar de las campanas de la parroquia de N. Sra. de los Ángeles) (...) Ese día el Señor fundó su Obra», Apuntes íntimos, n. 306, en Itinerario, p. 26.
«viendo mi resistencia y aquel trabajo entusiasta y débil a la vez»: sobre esos primeros momentos de la fundación, ver AVPI, pp. 315 y ss.