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San Josemaría. En diálogo con el Señor (ed. crítica)
2ª. LA ORACIÓN DE LOS HIJOS DE DIOS (4/IV/1955) (3 de 4)
4c No quisiera que todo lo que te estoy diciendo, hijo mío, pasara como una tormenta de verano: cuatro goterones, luego el sol y, al rato, la sequedad otra vez. No, esta agua tiene que entrar en tu alma, formar poso, eficacia divina. Y eso sólo lo conseguirás si no me dejas a mí, que soy tu Padre, hacer la oración solo. Este rato de charla que hacemos juntos, pegadicos al Sagrario, producirá en ti una huella fecunda si, mientras yo hablo, tú hablas también en tu interior. Mientras yo trato de desarrollar un pensamiento común que a cada uno de vosotros haga bien, tú, paralelamente, vas sacando otros pensamientos más íntimos, personales. De una parte, te llenas de vergüenza, porque no has sabido ser hombre de Dios plenamente; y, por otra parte, te llenas de agradecimiento, porque a pesar de todo has sido elegido con vocación divina, y sabes que no te faltará nunca la gracia del cielo. Dios te ha concedido el don de la llamada, escogiéndote desde la eternidad, y ha hecho resonar en tus oídos aquellas palabras que a mí me saben a miel y a panal: «Redemi te, et vocavi te nomine tuo: mens es tu!». Eres suyo, del Señor. Si te ha hecho esa gracia, te concederá también toda la ayuda que necesites para ser fiel como hijo suyo en el Opus Dei.
4c vergüenza, Cro ¡972,1101 ] vergüenza EdcS,33.
4d Con esta lealtad que tienes, hijo mío, procurarás mejorar cada día, y serás un modelo viviente del hombre del Opus Dei. Así lo deseo, así lo creo, así lo espero. Tú, después que has oído hablar al Padre de este espíritu nuestro de almas contemplativas, vas a esforzarte por serlo de verdad. Pídeselo ahora a Jesús: ¡Señor, mete estas verdades en la vida mía, no sólo en la cabeza, sino en la realidad de mi modo de ser! Si lo haces así, hijo, te aseguro que te ahorrarás muchas penas y disgustos.
4d «Tú, después que has oído hablar al Padre»: en algunas versiones de la transcripción m550404a se lee: «Tú, que has convivido con el Padre, después de que una vez le oíste hablar de cuál era su espíritu, de ser alma contemplativa»... Es plausible que hiciera el cambio pensando en todos los fieles de la Obra que leerían sus palabras. En ocasiones empleaba esta forma de hablar para espolear la responsabilidad de quienes habían recibido directamente del fundador las enseñanzas sobre el espíritu del Opus Dei: ver Salvador Bernal, Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer. Apuntes sobre la vida del Fundador del Opus Dei, Madrid, Rialp, 1976, pp. 314-315; AVPIII, p. 395.
4e ¡Cuántas tonterías, cuántas contrariedades desaparecen inmediatamente, si nos acercamos a Dios en la oración! Ir a hablar con Jesús, que nos pregunta: ¿qué te pasa? Me pasa..., y enseguida, luz. Nos damos cuenta muchas veces de que las dificultades nos las creamos nosotros mismos. Tú, que te crees de un valor excepcional, con unas cualidades extraordinarias, y cuando los demás no lo reconocen así te sientes humillado, ofendido... Acude enseguida a la oración: ¡Señor!... Y rectifica; nunca es tarde para rectificar, pero rectifica ahora mismo. Sabrás entonces lo que es ser feliz, aunque notes todavía en las alas el barro que se está secando, como un ave que ha caído por tierra. Con la mortificación y la penitencia, con el afán de fastidiarte para hacer más amable la vida a tus hermanos, caerá ese barro, y -perdona la comparación que se me viene ahora a la cabeza- serán tus alas como las de un ángel, limpias, brillantes, y ¡a subir!
4f ¿Verdad, hijo mío, que vas haciendo tus propósitos concretos? ¿Verdad que en la charla fraterna y en la confesión, vividas con el sentido sobrenatural que se os enseña, irás viéndote como eres, cara a Dios, con humildad? En la dirección espiritual no dejes nunca de tratar de tu vida de oración, de cómo va la presencia de Dios, de cómo es tu espíritu contemplativo.
4f «en la charla fraterna»: el fundador daba especial importancia a la ayuda de consejo y guía espiritual que se recibe en el Opus Dei a través de dos medios: la confesión y la conversación fraterna con un sacerdote o con un laico, en la que se reciben consejos para mejorar la vida de oración, para progresar en las virtudes, afinar la fidelidad al espíritu de la Obra, para desempeñar mejor la propia tarea de apostolado, etc. Esta conversación orientadora, que se recomienda a todos los fieles del Opus Dei, se denomina simplemente la “charla”, o la “confidencia”. Para san Josemaría era una de las ayudas más importantes que, aparte de los sacramentos, tiene a su disposición cada persona en la Obra, en su camino de santidad. Ver también nota a 19.4b-4d.