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20 febrero 2025

La Eucaristía

Carta pastoral con motivo del Año de la Eucaristía.
Mons. Javier Echevarría, Roma, 6 de octubre de 2004

In Cruce latebat sola deitas, at hic latet simul et humanitas
Entregarse al servicio de los demás
Ante la presencia real de Jesús en el Sagrario, se comprende la eficacia inefable de «ocultarse y desaparecer», que no entraña caer en el dolce far niente, aislarse de los demás, dejar de influir en el ambiente y en el desarrollo de los acontecimientos en el propio ámbito familiar, profesional o social.
Se traduce, por el contrario, en dar toda la gloria a Dios y respetar la libertad de los demás; y también en empujarles hacia el Señor no con ruido humano, sino con la "coacción" de la propia entrega y de la virtud alegre y generosa.
Mirando al Señor sacramentado, nos persuadimos de la conveniencia de "hacernos pan"; de que los demás puedan alimentarse de lo nuestro —de nuestra oración, de nuestro servicio, de nuestra alegría— para ir adelante en el camino de la santidad.
Nos convencemos de la necesidad del «sacrificio escondido y silencioso», sin espectáculo ni gestos grandilocuentes. «Jesús se quedó en la Eucaristía por amor..., por ti.
»—Se quedó, sabiendo cómo le recibirían los hombres..., y cómo lo recibes tú.»
»—Se quedó, para que le comas, para que le visites y le cuentes tus cosas y, tratándolo en la oración junto al Sagrario y en la recepción del Sacramento, te enamores más cada día, y hagas que otras almas —¡muchas!— sigan igual camino».
En la Eucaristía, Jesús muestra con elocuencia divina que, para ser como Él, hay que entregarse completamente y sin regateos a los demás, hasta hacer de nuestro caminar un servicio constante.
«Llegarás a ser santo si tienes caridad, si sabes hacer las cosas que agraden a los demás y que no sean ofensa a Dios, aunque a ti te cuesten».