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Beata María Faustina Kowalska
Extraído de su Diario sobre la Divina Misericordia.
Cuando fui a la adoración, sentí la cercanía de Dios. Después de un momento vi a Jesús y a María. Esta visión llenó mi alma de alegría y le pregunté al Señor: ¿Cuál es tu voluntad, Jesús, en esta cuestión en la que el confesor me ordena preguntar? Jesús me contestó: Es Mi voluntad que esté aquí y que no se dispense a sí mismo. Y pregunté a Jesús si estaba bien la inscripción: “Cristo, Rey de Misericordia”. Jesús me contestó: Soy Rey de Misericordia, y no dijo “Cristo”. Deseo que esta imagen sea expuesta en público el primer domingo después de Pascua de Resurrección. Ese domingo es la Fiesta de la Misericordia. A través del Verbo Encarnado doy a conocer el abismo de Mi misericordia.
Cuando fui a la adoración, sentí la cercanía de Dios. Después de un momento vi a Jesús y a María. Esta visión llenó mi alma de alegría y le pregunté al Señor: ¿Cuál es tu voluntad, Jesús, en esta cuestión en la que el confesor me ordena preguntar? Jesús me contestó: Es Mi voluntad que esté aquí y que no se dispense a sí mismo. Y pregunté a Jesús si estaba bien la inscripción: “Cristo, Rey de Misericordia”. Jesús me contestó: Soy Rey de Misericordia, y no dijo “Cristo”. Deseo que esta imagen sea expuesta en público el primer domingo después de Pascua de Resurrección. Ese domingo es la Fiesta de la Misericordia. A través del Verbo Encarnado doy a conocer el abismo de Mi misericordia.
+ En cierta ocasión Jesús me hizo conocer que cuando le ruego por alguna intención que a veces me recomiendan, está siempre dispuesto a conceder sus gracias, pero las almas no siempre quieren aceptarlas. Mi Corazón está colmado de gran misericordia para las almas y especialmente para los pobres pecadores. Oh, si pudieran comprender que Yo soy para ellas el mejor Padre, que para ellas de Mi Corazón ha brotado Sangre y Agua como de una fuente desbordante de misericordia; para ellas vivo en el tabernáculo; como Rey de Misericordia deseo colmar las almas de gracias, pero no quieren aceptarlas. Por lo menos tú ven a Mí lo más a menudo posible y toma estas gracias que ellas no quieren aceptar y con esto consolarás Mi Corazón. Oh, qué grande es la indiferencia de las almas por tanta bondad, por tantas pruebas de amor. Mi Corazón está recompensado solamente con ingratitud, con olvido por parte de las almas que viven en el mundo. Tienen tiempo para todo, solamente no tienen tiempo para venir a Mí a tomar las gracias.
Entonces, Me dirijo a ustedes, a ustedes, almas elegidas, ¿tampoco ustedes entienden el amor de Mi Corazón? Y aquí también se ha desilusionado Mi Corazón: no encuentro el abandono total en Mi amor. Tantas reservas, tanta desconfianza, tanta precaución. Para consolarte te diré que hay almas que viven en el mundo, que Me quieren sinceramente, en sus corazones permanezco con delicia, pero son pocas. También en los conventos hay almas que llenan de alegría Mi Corazón. En ellas están grabados Mis rasgos y por eso el Padre Celestial las mira con una complacencia especial. Ellas serán la maravilla de los ángeles y de los hombres. Su número es muy pequeño, ellas constituyen una defensa ante la Justicia del Padre Celestial e imploran la misericordia por el mundo. El amor y el sacrificio de estas almas sostienen la existencia del mundo. Lo que más dolorosamente hiere Mi Corazón es la infidelidad del alma elegida por Mí especialmente; esas infidelidades son como espadas que traspasan Mi Corazón.