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Una costumbre cristiana: Las comuniones espirituales. José Manuel Iglesias. Edic. Palabra, Madrid, Folletos MC, nº 338
Efectos y frutos (2 de 2)
En resumen, los frutos y efectos de la comunión espiritual corren parejos con los de la Comunión sacramental. En la recepción sacramental «actúa el sacramento», en la espiritual solamente el sujeto que la realiza. Los frutos característicos de la Eucaristía son aumentar y perfeccionar la unión del alma con Jesucristo; la iniciativa parte de El, realmente presente, a modo de comida; pero a quien le recibe le atañe -además de rectitud de intención, estar en gracia de Dios y guardar el ayuno eucarístico ¬crear, una y otra vez, las mejores disposiciones de fe y de amor para apropiarse al máximo los frutos del Sacramento. Ese será el principal cometido de las comuniones espirituales.
Si ponemos empeño en vivir habitualmente en presencia de Dios en torno a este Sacramento, t¡:atando de orientarnos hacia la presencia eucarística, hasta ir consiguiendo que nuestra vida sea una continua acción de gracias por haberlo recibido y una preparación para recibirle mejor en la próxima Comunión, cuando nos acerquemos al sagrado convite veremos ser realidad algo parecido a lo que se decía en un «slogan» -que la publicidad puso de moda hace unos años- de una llamada «medalla del amor», que, aunque suene a tópico, era una gran verdad: «...hoy más que ayer, pero menos que mañana»: ¡iremos creciendo en el Amor!
Cristo es Luz de las gentes que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. La «Luz blanca» de la sagrada Hostia ha de iluminar todos los momentos del día disipando las tinieblas de cada instante. Y para que esta Luz divina -Luz de Luz¬- no nos deslumbre ni nos ciegue, hemos de tamizada por el prisma de la fe y de la humildad... Así como todos los colores que existen no son más que una descomposición -una parcialidad- de la luz blanca, que va tomando diversas tonalidades, de un modo análogo ha de ser la Luz eucarística, la que -a través del prisma de la pureza, la humildad y la devoción al Santísimo Sacramento- vaya iluminando y dando tono, color y realismo sobrenatural a toda la gama de las realidades humanas.