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22 enero 2025

En diálogo con el Señor (1ª parte)

San Josemaría. En diálogo con el Señor (ed. crítica)

2ª. LA ORACIÓN DE LOS HIJOS DE DIOS (4/IV/1955) (1 de 4)
1a «Conviene orar perseverantemente y no desfallecer». La oración, hijos, es el fundamento de toda labor sobrenatural.
1b Mirad a Jesucristo, que es nuestro modelo. ¿Qué hace en las grandes ocasiones? ¿Qué nos dice de Él el Santo Evangelio? Antes de iniciar su vida pública se retira «cuarenta días con cuarenta noches» al desierto, para rezar. Después, cuando va a escoger definitivamente a los primeros Doce, cuenta San Lucas que «pasó toda la noche haciendo oración a Dios». Y ante la tumba ya abierta de Lázaro, «levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, gracias te doy porque me has oído». ¿Y qué hace en la intimidad de la Ultima Cena, en la angustia de Getsemaní, en la soledad de la Cruz? Con los brazos extendidos habla también con el Padre.
2a Contemplad ahora a su Madre bendita: ¿qué ejemplo nos ha dejado? Cuando el Arcángel va a comunicarle la divina embajada, la encuentra retirada en oración. ¿Y los primeros cristianos? Los Hechos de los Apóstoles nos han transmitido una escena que a mí me enamora, porque es un ejemplo vivo para nosotros; por eso la he hecho grabar en tantos oratorios y en otros lugares: «Perseveraban todos en las enseñanzas de los Apóstoles, y en la comunicación de la fracción del pan, y en la oración».

2a «la encuentra retirada en oración»: san Lucas no menciona este detalle, que viene de la tradición espiritual cristiana. En muchas obras de arte se ha representado a María haciendo oración al recibir el anuncio de san Gabriel. San Máximo el Confesor la imagina orando y en ayuno (cfr. MAXIME LE CONFESSEUR, Vie de la Vierge, ed. y trad, de Michel-Jean VAN Esbroeck, Corpus Scriptorum Christianorum Orientalium, vol. 479, Lovanii, E. Peeters, 1986, p. 14), del mismo modo que Epifanio Monje (en PG 120, col. 195) y otros autores.
2b ¿Qué han hecho, hijo mío, todos los santos? Pienso que no ha habido uno solo sin oración; ninguno ha llegado a los altares sin que haya sido alma de oración.
2c Hay muchas maneras de orar. Yo quiero para vosotros la oración de los hijos de Dios; no la oración de los hipócritas, que han de escuchar de Jesús aquello de que «no todo el que dice: ¡Señor!, ¡Señor!, entrará en el reino de los cielos». Nosotros hacemos la voluntad de su Padre, después de haber hecho la dedicación de nuestra vida. Nuestra oración, nuestro clamar: ¡Señor!, ¡Señor!, va unido al deseo eficaz de cumplir la Voluntad de Dios. Ese clamor se manifiesta en mil formas diversas: eso es oración, y eso es lo que yo quiero para vosotros.
2d ¡Hijo de mi alma! Si tú, en estos días de retiro, piensas despacio lo que te dicen los hermanos tuyos sacerdotes que dirigen las meditaciones; si haces un examen serio, definitivo, de tu vida pasada; si concluyes con el propósito ¡firme! de procurar vivir en oración, de buscar la conversación amorosa con el Amor eterno; te aseguro que llegarás a ser lo que el Señor desea de ti: un alma que da consuelo y que es eficaz a la hora del apostolado.

2d «los hermanos tuyos sacerdotes»: san Josemaría dirigió sólo alguna meditación en ese curso de retiro; de las demás se ocuparon otros sacerdotes.
3a Tú has vivido bien las primeras nociones que aprendiste sobre la oración, cuando comenzaste a recibir la dirección espiritual que se imparte en nuestro Opus Dei. Luego, has ido escuchando a tus hermanos tantos consejos maravillosos, que has procurado poner en práctica. Y ahora, después de los años -muchos o pocos- que llevas trabajando por el Señor, el Padre vuelve a insistirte de nuevo en la oración. ¿Por qué? Porque, para ser santo, hijo, hay que rezar: no tengo otra receta para alcanzar la santidad.
3a «que has procurado poner en práctica»: en las transcripciones se encuentran, después de esta frase, unas palabras referidas a los alumnos recién llegados a Roma: «Y ahora que has venido a esta casa -es una gracia muy grande que estés aquí, es un derroche de bondad de Dios, gracia que nos obliga a corresponder con delicadeza, con firmeza, varonilmente, con fidelidad- estamos insistiendo en la oración» (m550404a-B). Las suprimió, evidentemente, para que el texto sirviera a todos los fieles del Opus Dei, dispersos por el mundo, que leerían sus palabras.