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10 septiembre 2025

En diálogo con el Señor (1ª parte)

San Josemaría. En diálogo con el Señor (ed. crítica)

12ª. SAN JOSÉ, NUESTRO PADRE Y SEÑOR (19/III/1968) (1 de 5)
1a Celebramos la fiesta de San José, Nuestro Padre y Señor, protector y patrono de la Iglesia universal y de esta familia de hijas e hijos de Dios que es el Opus Dei. A veces pienso que os habréis preguntado: ¿cómo es posible que la devoción a San José tenga en la Obra esta raíz, esta hondura, si es una devoción relativamente reciente, puesto que ha comenzado a florecer en Occidente hacia el siglo xvi? Os responderé entonces que el cariño, la piedad, la devoción a San José, es consecuencia de nuestra vida contemplativa. Porque todos en la Obra estamos obligados a tratar mucho a Jesús y a la Virgen Santísima; y no se puede tratar íntimamente al Señor y a su Madre, a nuestra Madre bendita, si no estamos muy familiarizados con el Santo Patriarca, que era el jefe de la Familia de Nazaret.
1a Nazaret ] Nazareth Crol971,195 EdcS,93
1b De otra parte, hijos, la Iglesia nos lo ha propuesto, con razón, como Patrono de la vida interior. ¿Quién con más vida interior que José? ¿Qué criatura tuvo un trato más íntimo con Jesús y con María? ¿Quién más humilde que José, que pasa totalmente inadvertido?
2a Hace unos-días, leyendo en la misa un pasaje del libro de los Reyes, me vino a la mente y al corazón el pensamiento de la sencillez que el Señor nos pide en esta vida, que es la misma que vivió José. Cuando Naamán, aquel general de Siria, va por fin a ver a Elíseo para ser curado de su lepra, el profeta le pide una cosa sencilla: «Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne recobrará la salud, y quedarás limpio». Aquel hombre arrogante piensa: ¿acaso los ríos de mi tierra no son de agua tan buena como los de esta tierra de Eliseo? ¿Para eso me he movido yo de Damasco? Esperaba algo llamativo, extraordinario. ¡Y no! Estás manchado; ve y lávate, le dice el profeta. No una vez sola, sino bastantes: siete. Yo pienso que es como una figura de los sacramentos.
2b Todo esto me recordó la vida sencilla, oculta, de José, que no hace más que cosas ordinarias. San José pasa totalmente inadvertido. La Sagrada Escritura apenas nos habla de él. Pero nos lo muestra realizando la labor de jefe de familia.

2b «la vida sencilla, oculta, de José»: sobre su papel como modelo de santificación en la vida ordinaria, ver introducción a esta meditación.
2c Por eso también, si San José es Patrono para nuestra vida interior, si es acicate para nuestro andar contemplativo, si es su trato un bien para todos los hijos y las hijas de Dios en su Opus Dei; para los que en la Obra tienen función de gobierno, San José me parece un ejemplo excelente. No interviene sino cuando es necesario, y entonces lo hace con fortaleza y sin violencia. Este es José.
2d No os extrañe, pues, que la misa de su fiesta comience diciendo: «Iustus ut palma florebit». Así ha florecido la santidad de José. «Sicut cedrus Lybani multiplicabitur». Pienso en vosotros. Cada uno en el Opus Dei es como un gran padre o madre de familia, y tiene la preocupación de tantas y tantas almas en el mundo. Cuando explico a las hijas o hijos míos jóvenes que, en la labor de San Rafael, deben tratar especialmente a tres o cuatro o cinco amigos; que de esos amigos quizá sólo hay dos que encajarán, pero que después cada uno de ellos traerá tres o cuatro más, cogidos de cada dedo, ¿qué es esto sino florecer como el justo y multiplicarse como los cedros del Líbano?
2e «Plantatus in domo Domini: in atriis domus Dei nostri». Como José, todos los hijos míos están seguros, con el alma dentro de la casa del Señor. Y esto viviendo en medio de la calle, en medio de los afanes del mundo, sintiendo las preocupaciones de sus colegas, de los demás ciudadanos, nuestros iguales.
2f No es de extrañar que la liturgia de la Iglesia aplique al Santo Patriarca estas palabras del libro de la Sabiduría: «Dilectus Deo et hominibus, cuius memoria in benedictione est». Nos dice que es amado del Señor, y nos lo pone como modelo. Y nos invita también a que los buenos hijos de Dios —aunque seamos unos pobres hombres, como lo soy yo- bendigamos a este hombre santo, maravilloso, joven, que es el Esposo de María. Me lo han esculpido viejo, en un relieve del oratorio del Padre. ¡Y no! Lo he hecho pintar, joven, como me lo imagino yo, en otros lugares; quizá con algunos años más que la Virgen, pero joven, fuerte, en la plenitud de la edad. En esa forma clásica de representar a San José anciano, late el pensamiento -demasiado humano- de que una persona joven no tiene facilidad para vivir la virtud de la pureza. No es cierto. El pueblo cristiano le llama Patriarca, pero yo lo veo así: joven de corazón y de cuerpo, y anciano en las virtudes; y, por eso, joven también en el alma.

2f Ep. (Eccli. XLV, 1). ] Ep. (Eccli. LXV, 1). EdcS,95.
«Lo he hecho pintar, joven»: se refiere al cuadro de Manuel Caballero (ver introducción a la meditación n. 16 de este libro y foto del cuadro en el apartado de facsímiles y fotografías).
«joven de corazón y de cuerpo»: en la transcripción se lee además: «No casarían a una criatura, apenas salida de la adolescencia, con un hombre viejo: es una cosa repugnante», m680219-A.