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14 agosto 2025

La Eucaristía

Una costumbre de siempre: la acción de gracias. José Manuel Iglesias. Edic. Palabra, Madrid, Folletos MC, nº 370

EN BUSCA DE UNA MAYOR UNIÓN CON EL SEÑOR SACRAMENTADO
«Vivir la Santa Misa es permanecer en oración continua», y comulgar espiritualmente es una forma muy excelente de participar en cierta manera de los frutos de la Santa Misa.
Y dado que de la Misa se derivan todas las devo¬ciones eucarísticas, para buscar la fuente y la motivación de la comunión espiritual parece oportuno hacer unas breves consideraciones sobre el, santo Sacrificio.
Voy a tratar de exponer, pues, con cierto método, parte de las riquezas insondables de este Sacramento, con el ánimo de que nos ayuden a estrechar la unión con el Amigo que desde hace dos mil años nos espera en la Eucaristía. Recuerdo haber oído en cierta ocasión el símil de la tienda de campaña para explicar lo que debe ser la vida del cristiano.
Esta semejanza yo mismo la he utilizado después frecuentemente en mis predicaciones, y sobre todo en mis conversaciones con gente joven, para mejor hacer y comprender a los que me oían que la vida diaria de los discípulos de Cristo debe estar centrada en la Santa Misa.
El plan diario de vida de piedad podemos comparado, efectivamente, a una de esas tiendas de campaña que se asientan en el suelo fijando básicamente el palo central. Luego, lo demás, consiste tan sólo en clavar alrededor las piquetas necesarias y en tensar bien las cuerdas o vientos. Cuando éstos están adecuadamente dispuestos la tienda está ya bien plantada. Si acaso se afloja algún viento, de ordinario bastará con que el palo central esté bien fijo para evitar que todo se venga abajo. Si es preciso, las cuerdas se tensan de nuevo, y sin gran problema la tienda volverá a estar en perfectas condiciones.
Algo parecido acontece con el quehacer diario del cristiano: tensar un día y otro -sin desmayos- las cuerdas del plan de vida, los «vientos» de las ocupaciones diarias:
levantarse con prontitud a la hora en punto,
ofrecer el día con todas sus obras al Señor, el trabajo -serio y constante- de cada día,
el estudio hecho a conciencia,
el trato delicado con los demás,
la tierna y recia devoción a la Virgen María,
la lectura espiritual recomendada por quien nos conoce y nos ayuda,
el breve y puntualizado examen de la noche...
Con tal de que el palo central de nuestra vida esté así bien clavado no hay de qué preocuparse. La «tienda de campaña» estará bien segura, no habrá peligro de que se venga abajo.