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- En la actualidad, María, eres muy conocida, sobre todo en Alemania, en Austria y aun por toda Europa, gracias también a tus conferencias y a tu libro. Pero en los comienzos vivías del todo escondida. ¿Cómo es que, de la noche a la mañana, la gente ha reconocido que tu experiencia sobrenatural era auténtica?
- ¡Oh! Fue cuando las almas comenzaron a pedirme que suplicara a sus familias para que restituyeran un bien mal adquirido.
A este propósito, María me contó varios testimonios. Sería demasiado largo referirlos. Pero, muchas veces, diversas almas han venido a verla para decirle: "Ve a mi familia, en tal pueblo (y ese pueblo ella no lo conocía), para decir a mi padre, a mi hijo, a mi hermano que restituyan tal propiedad, tal suma de dinero, tal objeto que, en tal lugar y en lo de fulano, me he procurado de mal modo, y así yo seré liberada del Purgatorio cuando ese bien sea restituido". Entonces María refería todos los detalles de ese campo, de aquella suma de dinero, de tal objeto, de aquel vestido así y así, y las personas quedaban sorprendidas viendo que ella conocía todos esos particulares, porque algunas veces las mismas familias no estaban al corriente de que aquel bien hubiese sido mal adquirido por sus parientes. Fue por tales hechos que María comenzó a ser muy conocida.
- María, ¿existe un reconocimiento oficial de la Iglesia con respecto al carisma que ejerces hacia las almas del Purgatorio, y también hacia aquellos que son alcanzados con tu apostolado?
- Mi Obispo me ha dicho que, hasta que no haya errores teológicos, yo debo continuar: Mi párroco, que es al mismo tiempo mi guía espiritual, confirma también él estas cosas.
- Te quiero hacer una pregunta, que puede parecer indiscreta. Tú has hecho tanto por las almas del Purgatorio que, sin duda alguna, cuando te toque morir, miles de almas te escoltarán hasta el cielo. Imagino que tú ciertamente no habrás de pasar por el Purgatorio, ¿No es así?
- ¡Oh!. No creo que iré al Cielo sin Purgatorio, porque yo he tenido más luz, más conocimiento, y por tanto mis culpas son más graves. Pero espero igualmente que las almas me ayudarán a subir al Cielo.
- Si, por cierto. Y tú, María, ¿estás contenta de tener este carisma, o bien es para ti una cosa pesada y fatigosa todos esos continuos pedidos por parte de las almas?
- No, no me lamento de las dificultades, porque sé que puedo ser de mucha ayuda para ellas; puedo ayudar a tantas almas, y soy feliz de poder hacerlo.
- María, te agradezco, también en nombre de los lectores, por esos hermosos testimonios. Pero consiénteme de hacerte una última pregunta, Para que podamos conocerte mejor, ¿podrías contarnos, en pocas palabras, algo de tu vida?
- Cuando era niña, quería entrar en un convento. Mi madre me decía que esperara a que tuviese 20 años. No quería casarme. Mi madre me hablaba mucho de las almas del Purgatorio y, ya, desde cuando frecuentaba la escuela, esas almas me han ayudado mucho. Entonces yo me decía que debía hacerlo todo por ellas. Terminada la escuela, pensé ir al convento. Entré en las Hermanas del Corazón de Jesús, pero, luego me dijeron que era demasiado débil de salud para poder permanecer con ellas. En verdad, cuando era pequeña, había tenido una pulmonía y una pleuritis. La Superiora confirmó que yo tenía vocación religiosa, pero me aconsejó que entrara en una orden más fácil y esperara algún año más. Yo, en cambio quería ingresar en una orden claustral y en seguida. Después de otros dos intentos, la conclusión fue la misma: era demasiado débil de salud. Entonces me dije que para mí entrar en el convento no era la voluntad del Señor. He sufrido mucho, moralmente, y me decía: "El Señor no me ha mostrado lo que quiere de mí".
Esta espera duró para mí hasta la edad de 25 años, es decir hasta el momento en que Dios me ha confiado esta tarea de orar por las almas del Purgatorio. ¡Me había hecho esperar 8 años! En mi familia éramos 8 hijos. Yo trabajaba en casa, en nuestra estancia, desde los 15 años. Luego fui a Alemania, como doméstica en la familia de un campesino, y después he trabajado aquí, en la estancia de Sonntag. A partir de los 25 años, cuando comenzaron las visitas de las almas, he tenido que sufrir mucho por ellas. Ahora estoy mejor físicamente.
Sor Emanuel y María Simma. El maravilloso secreto de las Almas del Purgatorio