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26 agosto 2024

El Purgatorio. Una revelación particular. Anónimo.

En la unidad del Cuerpo Místico

Fiesta de la Presentación de la Virgen María en el Templo. Después de la Misa, durante la acción de gra­cias, he visto manantiales de estrellas centelleantes que se elevaban desde una especie de pozo oscuro y subían al Cielo, donde entraban para sumergirse en una inmensa claridad. Mi Ángel me hizo comprender que las almas son liberadas hoy del Purgatorio por la Santísima Madre de Dios. Después, he visto a la Vir­gen María de pie, en una aureola de luz, con la mano derecha levantada, la izquierda inclinada hacia el Pur­gatorio, y la Sangre de Jesús, de su Corazón traspa­sado, extendiéndose como un río de vida en el Cora­zón de María, y de allí brotaba como lluvia desde su mano izquierda hacia el Purgatorio. Yo la contem­plaba, rezaba por las almas del Purgatorio, es decir, de la forma en que los santos rezan por ellas, haciéndolas sentir, del modo que les es propio, la atracción de Dios Trinidad sobre ellas.

En la gloria de los santos que las visitan para con­solarlas, las almas del Purgatorio ven a lo que ellas as­piran, a lo que ellas están invitadas en un gran poder de atracción del Amor divino.

Él me ha mostrado que las benditas almas del Pur­gatorio tienen la clara visión intelectual, sin ningún es­fuerzo de reflexión, de la perfección y de la soberana bondad de Dios, que es como un amante muy pode­roso: ellas son atraídas en un aliento impetuoso hacia Dios, al que ellas desean, con el sufrimiento por no poseerlo en la actualidad, y este aliento está como fre­nado o roto por el obstáculo de la deuda por su pecado; ese es su tormento de amor, estas penas del deseo de Dios, que son como un hambre y una sed terrible, un tormento de amor abrasado en la total sumisión a la Pura Voluntad divina, ya que estas benditas almas, aunque tienen hambre de Dios, están ardiendo del de­seo apenas soportable de satisfacer la exigencia de su justicia y de glorificar su santidad. Este es, en verdad, un estado extremadamente doloroso. Las almas gimen dulcemente:

¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro, Señor?

¡Líbranos, Oh, Dios, por el honor de tu Nombre!


Yo he sentido ese hambre místico de la privación de Dios que nada, absolutamente nada, es capaz de sa­ciar; es un deseo ardiente que poco a poco, se vuelve más fuerte y torturador, exacerbándose a la vez a causa del recuerdo de Dios —en quien se cree por la fe en la tierra y entrevisto en su Gloria en el momento del jui­cio particular— y de la proximidad a la liberación. Con esta pena terrible, las penas de los sentidos, varia­bles en forma e intensidad, constituyen un sufrimiento de amor inaudito, sufrimiento únicamente reparador y nada meritorio, sufrimiento riguroso, porque el Purga­torio es el reino de la Justicia divina al igual que de la Misericordia.

Mi Ángel de la guarda me ha dicho también que la Santísima Virgen invita a rezar por las benditas almas del Purgatorio: ella quiere que nosotros, aquí abajo, recemos por estas benditas almas en el ejercicio de la caridad fraterna. Justo antes de la segunda guerra mun­dial, la Santísima Virgen se manifestó en unas apari­ciones en Heede, Alemania, como Reina del Universo y Soberana de las almas del Purgatorio. El Ángel me ha indicado que estas apariciones son auténticas y que yo puedo escribirlo, porque la jerarquía se inclina ha­cia la autenticidad y ningún juicio negativo ha sido emitido sobre estos hechos. También me ha dicho de estas apariciones, que son extremadamente significati­vas, que la Virgen María se muestra con el Niño Jesús en sus brazos, ya que es así como a menudo va ella al Purgatorio a visitar a las almas que sufren: es la que lleva a Jesús y la que lo entrega. Es la Madre y dispen­sadora de la salvación y de la luz.

Yo he visto en esta ocasión a la Santísima Virgen descender entre las almas del Purgatorio; éstas no ven al Niño Jesús, pero le contemplan en María y perciben su presencia, que las inflama de un amoroso deseo de unión. La Madre de Dios visita el Purgatorio todos los sábados (excepto en Cuaresma y durante el Adviento) y en sus fiestas. Ella obtiene la liberación de numero­sas almas en algunas de estas fiestas, especialmente, la Inmaculada Concepción, la Asunción y el día en que la Iglesia entera la celebra como Madre de Dios; en Navidad también: hay muchas almas que, en la gracia de la Navidad, son admitidas a la visión beatífica. La Santísima Virgen prodiga consuelos y ánimo a las al­mas; yo creo que ella no ama demasiado el Purgatorio y que, si pudiera, lo vaciaría de golpe: por eso, nos pide que la ayudemos con nuestras oraciones en favor de las benditas almas del Purgatorio. El Ángel me ha dicho que estas apariciones de Heede tuvieron lugar en Alemania y no en otro lugar, debido a la inminente guerra que Alemania suscitaría. Ella atrajo la atención del pueblo de Dios sobre el Purgatorio, para que toda alma fiel pudiera después recordar sus palabras y rezar así por los millones y millones de soldados y de civi­les que morirían en esta guerra. De la misma manera, se la ha proclamado Reina del Universo para mostrar que ella ha recibido, por voluntad de Dios, este rei­nado sobre la tierra entera, sobre todos los pueblos que iban a convertirse después en fratricidas, y también sobre el Cielo y sobre el Purgatorio.